César Rito Salinas
Habito en la calle de Las Rosas, al pie de Monte Albán. En una esquina de esta calle una mujer atiza la lumbre, para que arda el comal. Hace tortillas inmensas, blandas y clayudas. Junto a ella relumbra el floripondio.
En la otra esquina, desde la madrugada, otra mujer vende atoles y tamales bajo una buganvilia morada.
Al mediodía pasa el nevero montado en su triciclo, viejo arcángel que hace la guerra contra el calor.
Al atardecer una anciana llega a la puerta de mi casa a vender flores: alcatraces, gladiolas, nardos. Mi sueño lo guarda Monte Albán, detenido en su corona de nubes.
(…)
El limonero es la esperanza que se renueva cada año, desde la infancia. damos por muerto al limonero y nos sorprende a una hora del verano con brotes olorosos.
El limón ya estaba aquí cuando aún no existía la calle. El limón crece entre el aire caliente, sucio.
En el cabello de las mujeres, en la tos de los ancianos.
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El limón es el mejor remedio para el corazón, abuela lo sabe.
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historia antigua, augurio, pájaros que cantan a presencias inubicables, que rompen espinas cadenas, cárceles, ruidos en la noche que se borran al encender la lámpara estrella de las marejadas, noche de espejos, reflejo con aves, caballos, navíos, panoramas, cataratas que bañan piedras, pinos, cielos, ardorosos mares vacíos precipicios que avanzan sobre nubes, soles, geometrías, galeras y cuadernas -tirremes-, luciérnagas que pasan vuelan caminan reptan sobre tu piel que nombra la añoranza, esa forma de ilusión o reconocimiento
(…)
Las políticas públicas se cuantifican por el número de kilómetros de banqueta.
La cámara de seguridad registra todo lo que ocurre en la banqueta durante la madrugada, el mediodía.
Un presidente de la república mandó a importar jacarandá del Brasil para llenar de flores el piso de las banquetas.
Las flores de la banqueta como plataforma político electoral, para obtener el voto urbano.
El comercio organizado defiende la banqueta.
El cristal de los escaparates manda besos apasionados a las mujeres que caminan en la banqueta, con la cartera en la cintura.
Las más agradecidas cervezas se beben a nivel de la banqueta.
La banqueta como único sitio de la sombra.
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Línea que es diálogo arroyo que canta signo dibujado con una imagen de la infancia -rostro entristecido, mirada que me alcanza-, sendero de la revelación del misterio incógnita cercanía, luz que forma el encuentro, armonía que ubica el espacio, fisura que rompe silencios, soledades, distancias, malos entendidos presagios que desaparecen cuando te descubres, junto a la yema de mis dedos
(…)
Elije un sitio del lugar donde vives. El parque público donde juegan los niños sería buen lugar. Elije una tarde de calor que barrunte tormenta, puede ser agosto. (El calor viaja pegado al cuerpo, como un lenguaje que te desnuda.)
Elije en medio de la gente un gesto de tu rostro. Tómate la foto. (La fotografía de tu rostro es el lenguaje del tiempo adverso, podría ser agosto.) Elige la fotografía de María Sabina. (La eternidad del cigarro que arde entre las arrugas es el lenguaje del viento que toca tu cuerpo.) Sobrepón la imagen de tu rostro al rostro de María Sabina. (Las fotografías superpuestas son el lenguaje de la añoranza, el licor que te consume.) Pinta los ojos superpuestos de rojo, amarillo, como la plantilla que anuncia el sitio de la comida rápida.
Regresa a tu casa.
(…)
Las banquetas abren los brazos para recibir a los indígenas de la nación,
y al limonero.
Los perros aman las banquetas.
La banqueta es el mar en calma de los animales de la noche.
Los líderes políticos miden fuerzas
con el número de metros de banqueta que controlan.
Los negocios del gobierno crecen sobre banquetas.
Los niños se duermen con el cuento
del loco en la banqueta.
La banqueta, iglesia de los enamorados,
la lluvia aguarda en la banqueta,
crece grande la luna sobre banquetas.