César Rito Salinas
I
El miedo que se niega a preguntar la pregunta
Nos persigue desde el sitio
Donde no se encuentra la memoria.
Miedo aquel anterior a los registros extraviados,
La vergüenza,
¿Por qué nos da miedo el preguntar?
Nos debería aterrar el pasar por idiotas durante toda la vida.
Tal vez venga el asunto con la bicicleta de la infancia.
Digo que la pregunta -el acto de preguntar-
Se atoró en los rayos de la bicicleta,
Aquellas ruedas enanas ingobernables
Que nos pusieron culo arriba,
bajo el triciclo.
II
Pero ¿qué más podíamos hacer con nuestros brazos cortos?
III
Justo luego de aquel aterrizaje forzoso nos llegaron las ideas.
IV
Inventamos las palabras.
V
Del lenguaje sabemos que trae artes de la magia.
VI
Y fue así que -como en un cuento de hadas-, a temprana edad, la vergüenza nos trajo eñl lenguaje.
VII
Somos hijos del patio del colegio.
VIII
Somos hijos del aula, de la maestra que nos dijo:
Piensa.
IX
Luego vino el amor de la adolescencia, imborrable.
Sus trenzas de trigal.
¿Qué es eso? _Un poema. ¿Escribes poemas?
X
¿Cómo decir en el lenguaje público el sentimiento privado?
Escribimos contra el lenguaje
_¿Tú escribes poemas?
XI
Hay un perro que perrea bajo el sol,
Saca la lengua.
Llora o transpira.
¿Alguien habrá visto el sudor de los perros?
XII
__Pon cara de poeta.
__No quiero, no puedo.
__Anda, tontito, pon cara de menso.
Cantan los pájaros entre la vergüenza -bien lo sé.
“Los poetas que trabajan con alegorías son más predecible”.
__¡Quién decide lo que es un poema?
Antonio Cisneros dice: “Un chancho come una bola de caca”.
Pero en ese tiempo nada sabía de la poesía peruana.
-solo quería acariciar su rostro de luna,
los cabellos ondulantes de profundo
trigal.
Será que es bastante ridículo que alguien trepe a la rama y cante.