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viernes, octubre 18, 2024

El espacio insalvable

Reportajes

César Rito Salinas

Iban oscuros bajo la solitaria noche
Eneas
Tío Lico dijo:
bajo las solitarias
palabras.

“Encuentro cierta tristeza en el uso de la puntuación”,
dijo un crítico literario
sobre la poesía
de Eliot.

Los maestros antiguos regresaron al taller,
Sobre pulidas maderas
aguardaba
el cuaderno.
Acá está el poema,
coincido en que tomar el uso
de los signos
de puntuación en el poema
será buscar
algo que carece
de palabras.

Cuando se observa el punto final
se advierte
que en ese
espacio
comienza
el trabajo,
El silencio.

El poema se forma por el binomio
mesa-cuaderno.
(hay cierto oficio de artesanos)

(algo busca ser nombrado y permanecer oculto)

El desierto o la luna
Los autos que corren veloces.
La luna multiplicada mil veces
sobre la humilde agua
del arroyo.
“Una cosa entre las cosas”.
Los aeropuertos y las cometas,
los aeroplanos
y la leche condensada,
su simétrico envase.

El poema marca una geografía dinámica,
forma potencia.

En otro tiempo escribía poemas
al caparazón de la tortuga
en el océano,
ese punto
que emerge y se oculta
arrebatado por fuerzas
que gobiernan
los astros.

Algo que emerge y se hunde.
Mientras alguien
intenta mirar
aquello
que ocupa
el instante.

Solo un cuaderno dispuesto en la mesa,
abierto.
Mientras el aire que enmarca el vacío
crece
entre el banco y la mesa,
ese espacio
de nadie.

¿Cómo regresar al principio?
Nunca sabré decirlo
Pero de alguna forma
en el lenguaje ordinario
logro ver
que se levanta
la luz.

Quizá alguien quiera volver,
compartir lo que se encuentra
en aquello que no vemos.

La clarividencia.

La prosa está más cerca de la poesía.
Doy la razón
al crítico
que habla
de la tristeza
sobre los signos
de puntuación
a los que recurre
Eliot.

Somos nada ante el panorama,
somos intento fracasado.
Y por eso inventamos
la representación
del final.

¿Cuándo concluye el hecho de la adivinación?
No lo sabría decir
(si lo supiera guardaría silencio).

La palabra se llama destino.
En las letras
inventamos
el final

Para no morir de pánico.

El sufrimiento
nunca térmica,

Porque aquello que no conocemos
carece de final.

Quizá el poema sea solo eso,
una corriente
que corre junto a la mesa,
que pasa
sobre
el cuaderno
abierto.

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