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viernes, septiembre 20, 2024

El paisaje inhóspito de noviembre

Reportajes

César Rito Salinas

Camino por las calles de la ciudad, observo que en el rostro de las personas se registra el cansancio, algún fastidio.

Inició ya la precampaña a la jornada electoral.
Los medios de comunicación, contados, mencionan una palabra que está muy lejos de la vida, el alma, de los oaxaqueños: odio.

Un artista plástico, Guillermo Olguín, mencionó recientemente en un medio de circulación capitalino que cierto grupo de la sociedad estaba entristecido, porque el movimiento político contra el gobernador no había concluido con éxito.

Estamos algo decepcionados, dijo en aquella entrevista.
Que algunas personas simpatizaran con un grupo o con otro no quiere decir en ningún momento que la concordia y hermandad se alejaran del alma del oaxaqueño.

Pasó el tiempo, de cara al proceso electoral del 2024, hay gente profesional que siembra la división y el encono, algunos de ellos ocupan puestos claves en el actual gobierno.

Ocurrió lo mismo con la elección presidencial última: algunos fueron por amarillos, otros por verdes y algunos más por azules. Triunfó la vida de la república, sigue.
Es verdad, existe algo que descorazona, pero nada para cortarse las venas.

Así lo toma el hombre, la mujer: el peatón. Sólo algunos medios, algunos periodistas, con sus intereses muy marcados intentan poner adjetivos a nuestra vida.
Fifís dice desde el gobierno a la gente disidente.

Más allá de filias o fobias, más allá de simpatías o intereses se me hace muy pobre que alguien odie a una persona o a un grupo de personas: considero que el tiempo del hombre, del mortal sobre la tierra es muy corto, demasiado corto como para desperdiciarlo en odios.

Sin embargo, hay gente interesada en que los oaxaqueños se odien.

Claro está que este convencimiento va en contra de los intereses de unos señores que comandan un medio de comunicación, que hace jugosos negocios con la actual administración estatal.

Son señores periodistas que en otros años aplaudieron el uso de la fuerza pública contra los habitantes de un municipio; Juchitán, por citar un nombre.

Ahora esos mismos periodistas -que en otro tiempo fueron paleros del gobierno- llenan al pueblo con calificativos de la división.

He inoculan en el alma del oaxaqueño una palabra que está muy lejos de sentir: odio.

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