El sueñero
Formado en la fila del sueñero alcancé a escuchar la interpretación que para cada uno de los concurrentes iba dando.
-Cuando sueñas personas que han estado cerca de ti y ahora no lo están, es porque no los has valorado como se debe; esas personas por justa razón de ahora en adelante se van a alejar de ti y va a resultar muy difícil que las recuperes -le dijo al primero de los interesados.
-El tuyo es uno de los sueños más difíciles de interpretar– le dijo al segundo -sin embargo, como fue un sueño de mucha luz, corresponde al augurio de que tendrás suficiente fortaleza para remontar la adversidad representada por los demonios que sueñas.
-Soñar con ratas -le dijo al tercero -es un sueño de lo más obvio; una persona muy cercana a tu corazón está corriendo riesgos, máxime que son ratas enormes y bien portadas las que sueñas, zalameras y acomedidas, con la intención de dar el golpe final y hacer que tu corazón sangre. Aleja de tu vida a esa persona, así la salvas a ella y te salvas tú.
El cuarto de la fila soy yo y el sueñero me ve con un gesto de amable sorpresa. Me dice:
-Usted no sueña nada, pero yo lo sueño a usted; por favor tome mi lugar para atender el resto de la clientela; porque en realidad usted es el sueñero, yo soy un simple soñador.
Ahí me quedé con el cometido de interpretar los sueños de la gente que así lo deseara. El soñador tenía mucha razón, yo estoy imposibilitado de soñar porque, como excepción absoluta, no duermo; no me hace falta, para cumplir la encomienda que me trajo a este mundo, no hace falta dormir; porque es insuficiente no es necesario.
El quinto de la fila, que correspondía al primero que atendí me dijo:
-Yo sueño con serpientes.
-¿De mar o de tierra? -inquirí.
Encogió los hombros para cerrar la referencia de su sueño con estas palabras:
-Con cierto mar, ay de serpientes, sueño yo.
Fer Amaya
