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sábado, octubre 5, 2024

En busca del origen de la hepatitis

Reportajes

César Rito Salinas
Todo esto me saco por darle cursos de creación literaria a los estudiantes de la colonia. Puro tiempo perdido que me dejan malas ideas sobre el refutar en una historia el mito fundacional que nos legaron los grandes autores.
¿Quién decide abrir una historia con una narración donde sucede la locura? A ver, diligentes caballeros, tiren la primera piedra. Hablen. O callen. E
El culo como principio de toda estructura narrativa (la escritura vista como la evacuación necesaria). O el ojo que registra todo en la esquina de enfrente.
Para escribir grandes parrafadas es necesario contar con un buen culo, uno que resista las horas de trabajo sentado frente al escritorio. Un culo que sepa lo bello de transpirar. Y que lo goce. Bueno, si el autor ya tiene ese culo hacendoso el mundo bien puede dar muestras de su generosidad al proporcionar una buena lengua que lo mime y lo cuide y lo quiera y lo atraviese con una punta roja y encendida, como una flecha.
A esa hora de la santa cagada en la noche del domingo no recuerdas si tienes partido el espinazo, dos o tres vértebras golpeadas por la mala vida, si tarda en encender el trasto de las palabras o si careces de papel y lápiz para escribir.
Tú escribes porque escribes.
Sólo escribes la historia que te persigue y lucha en tu interior por estar afuera delante de tus semejantes, brincando entre sus manos y sus ojos y zarandeando la cabeza de quien te lee a la hora más inopinada, cuando hace gemir a su mujer o cuando mira la luna llena que entra a chorros por la ventana como una taza de leche que se te escurre por la mandíbula y se derrama en el pecho mientas miras afuera a la niña de pantalones cortos que monta la bicicleta.

  • El cuento es enemigo de exordios y circunloquios, si.
  • Acción, vamos a la simple y llana acción, que es lo único que vende.
    Para toda buena historia sólo se requieren dos personajes, ella y él.
  • Ella me dijo –ay, siempre el demonio llega vestido de ella-, ponte de cuatro.
    Uno se las da de muy matador, o de muy corrido ya en las montas de hembras salvajes. Pero no, el que escribe cuentos aún permanece tierno, novato, y le urge vender su historia.
    Entonces, en posición de chivito frente al precipicio uno mira la luna crecer en el monte que se abre tras la ventana.
    Las cortinas pueden juguetear a esa hora con el viento frío de la madrugada.
    Cuando el hombre voltea y mira a su espalda sólo alcanza a divisar el sable rojo que flamea. Cuidado, cariño, lamer el culo provoca hepatitis.
    _ Splash.
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