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viernes, noviembre 22, 2024

En el crucero de Tlacolula

Reportajes

César Rito Salinas

Un paño de seda llamado cendato
Ezra Pound, Cantos (XXVI)

Hay un camino que sigue
sin término.
Hay una montaña,
un cielo
que desciende y nos contiene.

El crucero de Tlacolula
nombra,
atrapa
repleto de señales.

Cos dos o tres certezas me recibe el camino.
Si ando hacia abajo llego al mercado,
si permanezco en el crucero
siento el peso del cielo próximo.

En este valle de Tlacolula
puedo avanzar, puedo
quedarme,
permanecer.

¿Qué soy?
Peso gravitatorio,
polvo de pueblos,
estancia.

Tlacolula me recuerda el relato,
inicio de cantares,
origen oculto.

Misterio.

Hay sitios que cargan con el asombro
del lenguaje.

Hay sombreros que nombran.
Palabras, significados.
del sitio
donde
se hunden
los
silencios.

En el crucero de Tlacolula
alcanzo caminos,
soy camino,

Polvo de raíces,
piedra en la boca
que oculta
y al ocultar
nombra.

En este sitio
el peso
de los pies
se hace
conciencia.

Soy sin tiempo,
pura andadura,
ojos, boca
bajo
el sombrero.

¿Algo hay tan próximo
a las manos?
Las letras.

Una idea, un sueño,
un viaje.

Racimo de palabras
que despiden
a quien se marcha.

Quién lo diría,
el poema
que intenta
nombrar
guarda
la imagen
del
puro
intento.

A veces me pregunto cuál es la imagen
del crucero de Tlacolula.
Ninguna, el secreto
nunca será develado.

Caminamos sin camino,
somos noche
que busca
el alba
antes
de
desaparecer.

Solo estancia,
nuevo
contrasentido,
lengua que olvida.

Poema que genera poemas,
insistencia del decir.

De lo que no puedo hablar
escribo
porque
nada de lo que escribo
alcanza
satisfacción.

En el crucero de Tlacolula
escucho palabras
que nombran
el destino.
¿Qué final tiene la ruta?
No voy ni vuelvo,
desciendo.

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