César Rito Salinas
Cuando te bendice una perra y el buen alcohol tienes ganado ya una parte del cielo, de la gloria.
Las palabras vuelan por el lomo de las palabras, son libélulas que esparcen su luz a partir del movimiento de sus alas.
El silencio es la forma más efectiva de la comunicación, cuandom en total silencio percibes las voces de las letras, los grutos ahogados de las palabras.
Requerirás de mucho esfuerzo, harto cansancio de tu espalda y tus ojos. Mucha fuerza en tus puernas hasta que logres que del inmenso silencio sale el movimiento de tus manos, tus dedos, que nuscan aprehender aquello invisible.
Que está ahí, que nadie lo puede mirar.
Nadie más que tú, con la voluntad de las mil estatuas, los mil santuarios, las 10 mil nmaves.
Para lograrlo, no necesitas salir a inmolarte en una guerra santa, tan sólo puedes llegar a dormir en una banqueta y te llegará la muerte.
Porque para escribir algo que comunique debes dejar tus intereses, ser un muerto.
Lo dijo Carlos Fuentes, para escribir se requiere definición, o andas en la procesión que celebra la vida cultural de los pueblos o te apartas del bullicio y escribes.
Nunca se lograrán ambas cosas.
No si se pretende ser un escritor.
Por que hay otras formas de acercarse a la escritura, la de aquellos que buscan un libro, un producto que les otorgue prestigio y fama, riquezas.
De esos hay por miles.
El tibio manto del alcohol caerá sobre tu rostro y estarás en otras parte, en el lugar más soñado por ti, en una casa de oro y cristal, frente al mar, en la montaña.
La religión es la escritura.
En un maizal tupido de mazorcas, que tú nunca sembraste pero que sabes que fueron sembradas para ti.
Allá estarás, con tus seres queridos.
Llegará el tiempo de la felicidad para tu cuerpo, aunque la tierra te estén mentando la madre los familiares que dejaste, tu esposa, tus hijos, agobiados por el pago de las deudas que adquiriste.
Tarde. Oceánica. Un compañero se acercó a pedirme un favor: solicitó que le escribiera una carta. Esta solicitud provocó que me volviera a sentir útil en la vida. El que una persona tan dolorida me pidiera el favor de escribir una carta para su mujer que llegaría a verlo en la próxima visita familiar me vivificó.
Me lleno de optimismo, de vida. Desde luego, en ningún momento dudé en hacerle el favor de escribir esa carta, de echar andar mis palabras para que en boca de otro se llegara a tener una comunicación.