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viernes, octubre 18, 2024

Entre letras aguarda el amor con sus migraciones

Reportajes

César Rito Salinas

  • Me aburres-, dijo ella.
    El sol se alarga, se hace plano sobre la vía rápida. Pasa por la carretera, pasa la vía rápida, los cerros con sus grandes piedras. Pasa la imagen del camino que guardo en la memoria.
    Dentro del auto, los fragmentos se violentan bajo el sol, pero nadie lo percibe en el camino que asciende por la Rumorosa.
    En ese momento llegó la imagen del sur, un río, la ciudad que crece a orillas de un río de aguas profundas.
    ¿Cómo hablar del peralte con la carretera en descenso?
    La fuerza centrípeta y sus razones mortales, que abarcan el infinito de los centímetros y el espacio vacío.
    Nos movemos entre muro y precipicio
    . ¿Hay posibilidades de mantener la ruta en descenso?
    Muerde la rueda la línea blanca de la carretera, gana la vida. Velocidad de inercia, masa en movimiento.
    El sol es una roca que golpea los cuerpos.
    Hay una relación directa entre la luz y la esperanza que actúa sobre el camino, hace el desplazamiento. La fuerza de la gravedad busca su propio eje.
    El silencio crece.
    Antes fuimos estrellas, mantuvimos nuestros cuerpos en el firmamento poseídos por una ruta. Tantas cosas intervienen en el traslado, ahora siento el cansancio en la espalda. Mi oreja derecha se inunda del sonido del viento. Piedras y árboles son aves, pasan veloces. En el descenso, con la velocidad se altera mi sentido del equilibrio.
    El descenso es un asunto que está más allá de nuestra fuerza. Las piedras tienen ojos, nos miran. La ladera sabe mi nombre, me llama ¿Con cuántos caballos de fuerza en el motor sacas la caja del camión de su ruta al precipicio?
    Al costado se levanta el talud cargado de rocas filosas.
    Espacio cerrado, espacio abierto, lo contenido.
    La caída libre enamora.
    Hay una atracción en el volar aunque entre el deseo crezca con el miedo y la conciencia plena del final, la caída. Miedo y conciencia generan deseo. ¿Te enamora volar o caer? Atrae dejar de ser, borrarse entre las piedras como gota de agua. En el principio fuimos especie líquida, pez, molusco; algas, recibimos dos veces por día el peso de las olas, las mareas. Continuamente, sin saberlo, hacemos cosas que nos liberan de la forma.
    La tarde pardea, sigue el descenso.
    La distancia entre las personas podría medirse entre el silencio de los atardeceres, las horas de escasa luz, en otro tiempo fuimos aves que volvían al nido al caer la noche.
    El auto se alimenta de señales.
    Curva peligrosa.
    La inercia gobierna el descenso. Entrar a la curva, salir de la curva. Curva peraltada. Corriente eléctrica. Todo excluye e integra. Desplazamiento y vectores, sistema de fuerza.
    . ¿Estás cansada? -pregunté.
    Para sobrellevar el cansancio hacemos memoria, guardamos fragmentos que proporcionan el fetiche en el cual confiamos
    “¿Eso es un cuervo?”.
    La distancia y el traslado con la cabeza puesta en la ducha, agua caliente.
    El agua limpia los deseos del cuerpo. Silencio. Somos gente de fe, pensamos en la renovación de la imagen para remontar el cansancio. Paso peatonal. Distancia y movimiento, el paso siguiente.
    Cruce de escolares.
    Vacío y deseo, angustia.
    Despacio, zona urbana.
    Silencio obligatorio.
    ¿El agua anula la inercia?

El sistema de agua y alcantarillado debe su eficiencia a la gravedad, ese fue el primer pensamiento de Soledad Labios de Tequila al salir al patio de la Chamana, en la mañana del día después. La montaña estaba nublada, pero cantaban los pájaros en alguna parte. Desalojamos la mierda de nuestra vida por efecto de la Ley de la Gravedad, existimos por descenso, dijo.
Hay una ruta sobre la que camina el arte, obviedad y redundancia. Quien impone el desasosiego en el camino es el individuo que confunde la libreta de apuntes con el diván del analista.
El viento de la tarde entra al palacio municipal sin que nadie salga y le ofrezca un cafecito. Para que ella no me deje sembraré de árboles el camino, para que ella extravíe el regreso y nunca me deje. Labios de Tequila pensó, “estoy mareado”. “¿Nos bebemos la sangre?”, preguntó ella antes de salir al camino. “Me fajo contigo allá afuera”, dijo Soledad Labios de Tequila.

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