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viernes, octubre 18, 2024

Extravíos cotidianos

Reportajes

César Rito Salinas

Monto una escena.

Ella tenía la cualidad de resultar impertinente.

A todas horas.

Los primeros días del matrimonio, al terminar de hacer el amor, preguntaba por el trabajo. O pedía una recomendación para la comida del otro día.

Armida, así se llamaba mi mujer, confundía el amor con sus dudas.

– ¿Qué vestido me pongo?

En los primeros meses de matrimonio yo quería que ella estuviera desnuda por el apartamento, que dejara sus calzones en el baño, el comedor, la cocina y en la sala.

Armida confundía la pasión con la limpieza.

No vine aquí a contarles mi vida privada, ni siquiera la vida familiar, aunque debo decir que las historias de la familia de los emigrados resultan verdaderamente entretenidas.

Aquí estoy para contarles la historia de Roald Dahl, escritor inglés que fue el primero que puso en boga la historia de The gremlins, los duendecillos.

Roald llegó a ser escritor por una coincidencia, lo descubrió Forester cuando pedía en Nueva York que alguien le contara historias de la guerra.

No habrá imagen más penetrante sobre la guerra que aquella se proyecta y causa el espejo del espejo -a la manera de los muralistas del Renacimiento-, porque lo verdaderamente hondo es el reflejo, no los hechos reales.

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