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viernes, septiembre 20, 2024

Hemingway, algunas reglas de oro aplicadas en el siglo pasado

Reportajes

César Rito Salinas

Al hombre le dieron electrochoques en algún día de su vida para controlar a los demonios que habitaban su alma, para calmar sus ansías, sus compulsión por la bebida.
Nació en Oak Park, en 1899.
En 1917 comenzó a trabajar para el periódico Kansas City Star. Cumplidos los quince se aficionó al alcohol.
En 1960 se quitó la vida en su casa de Ketchum, Idaho. Para 1954, año en que la academia sueca le otorga el Nobel de literatura, su nombre ya era ampliamente conocido por el mundo: Ernest Hemingway.
Su teoría literaria era la siguiente: Los buenos libros son más ciertos que si hubiesen sucedido de verdad y es que, cuando terminas de leerlos, sientes que todo sucedió y -después-, que todo eso te pertenece: lo bueno y lo malo, el éxtasis, el remordimiento y el dolor, la gente y los lugares y el tiempo.
Para Hemingway escribir es básicamente un acto de amor donde se piensa, principalmente, en la otra persona a quien uno ama cuando escribe: Creo que uno escribe básicamente para dos personas: para uno mismo tratando de hacerlo absolutamente perfecto; o si no, maravilloso.
Después uno, se escribe para la persona a quien se ama, lo mismo si ella puede o no puede leer o escribir, y si está viva o muerta.
Escribo para mi madre, indígena analfabeta -intento en cada párrafo mantener la comunicación con ella, acercarme a su tradición oral.

El hombre acostumbrado a la caza de leones y elefantes, a las corridas de todos; el corresponsal de guerra define su actividad frente a la literatura: Tengo que escribir para ser feliz, me paguen o no por ello.
Pero es una enfermedad infernal haber nacido así.
Me gusta hacerlo.
Lo cual es aún peor.
Eso convierte a la enfermedad en un vicio, una alergia.
Además, quiero hacerlo.
Lo cual resulta aún peor.
Eso convierte a la enfermedad en un vicio, un ciclo de repeticiones.
Además, quiero hacerlo mejor que nadie.
Lo cual convierte a esta actividad en una obsesión.
la obsesión es terrible.
Algunos críticos literarios nombran lo que ellos han dado en llamar “literatura verdad”, aunque no sé si exista una “literatura mentira”.
Hemingway aclara sobre el punto: La cosa más difícil de hacer en el mundo es escribir prosa del todo honesta sobre seres humanos.
Primero, hay que conocer el tema; después, hay que saber escribir.
Ambas cosas toman una vida para aprenderlas.

El novel del 54 define su escritura es una sentencia, casi una cláusula: Seriedad absoluta en lo que se escribe, es una de las dos necesarias categorías. La otra, por desgracia, es el talento.

Hemingway no es apto para chamacos.
He vivido desde que tenía quince años y pocas cosas me han dado más placer.
Cuando trabajas duro en el día con la cabeza, y sabes que debes volver hacerlo el día siguiente, ¿qué otra cosa mejor que el Whisky puede cambiar tus ideas y hacer que continúen en otro nivel?

También la poesía oper con esta otra regla de oro: mi entrenamiento consistía en no beber jamás después de la cena, ni mientras escribía, son reglas de Hemingway.

Las líneas arriba transcritas son parte del ideal de un trabajo, fueron elaboradas por un autor del siglo pasado. Para estos días, creo, los escritores ya no tienen reglas ni ideales ni sistema de trabajo.
Ni teoría del trabajo literario.
Ahora son gente que se emborracha o se droga mientras labora, algo que resulta de bastante mal gusto.

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