César Rito Salinas
Escribir contiene una ecuación de tiempo sobre los materiales.
Intentaré aproximarme al misterio.
No es que uno diga, voy a escribir, no.
No es que te quedes viendo fijo la pantalla, así como una estatua de escritorio, un busto de del prócer, no. No es que digas al silencio: voy a escribir (si haces esto lo más seguro es que te pases horas en blanco).
Voy a escribir, no.
¿Qué se requiere para lograr el objetivo?
El escribir viene del extravío, de la pena, del no saber., de la necesidad de escarbar hondo en tu interior para cubrir un vacío, abrir un agujero para rellenar otro agujero.
Pienso que la imagen que representa mejor este deseo de escribir que te asalta es la escalera, vista con distancia, como un cuadro.
La escalera está desde el principio de los tiempos en la escritura, te conduce a las alturas, te lleva a los cielos o te conduce a los infiernos.
Y en la imagen de la escalera tenemos la primera herramienta para trabajar el escribir.
Porque escribir es una actividad que necesita herramientas singulares, recursos que te apoyen para llegar a tu objetivo.
Ha un hecho, el escribir se realiza sobre letras, que nom vienen de ideas, sentimientos o pensamientos, las letras vienen de las letras. Para escribir se necesita tener una base de escritura no de ideas ni de musas ni hadas ni magua, mucho menos de la inspiración.
Porque de esto se trata, de asumir la escritura como una actividad que para concretarla se requiere de herramienta, un dispositivo que te permita arrancar, sostenerte y llegar al final. Para hacer ese recorrido que va del principio al final se deberá contar con una caja de herramientas.
Un almacén con recursos que te apoyen cada que lo requieras.
Porque de eso se trata, de ahorrar tiempo para sin que te cueste la vida.
Esto de la caja de herramientas carga larga data.
Los pensadores dicen que la mejor herramienta para hacer su trabajo es caminar. DY ahí los ves, disponen sus días sobre una enorme condición física. El caminar ayuda a la pensada porque mejora la respiración, el cuerpo tiene mejor circulación de la sangre, alimenta mejor el cerebro.
La caja de herramientas depende de la época. En el siglo XVIII los poetas pusieron de moda la melancolía como el espacio de la escritura, la herramienta.
En el siglo XX fue la revolución, el cambio social, lo popular urbano.
En otro tiempo, se dijo: las aventuras, y se hicieron viajes al Brasil, el Polo Norte, a México.
Nuestro país cuenta con el mayor número de novelas escritas por extranjeros con el tema mexicano. En Oaxaca, tenemos a Malcolm Lowry, con su novela “Bajo el Volcán”, que está ranqueada dentro de las 100 mejores novelas escritas en lengua inglesa.
¿Qué novela será la requerida por nuestro tiempo?
En los 60 del siglo XX, Cortázar fue con su novela “Rayuela” la elegida por los lectores para representar aquellos años. París, música de jazz, amor libre, la descripción de actos cotidianos como el beso.
Luego fue el realismo mágico, su contenido implícito de un territorio nuevo, América. Las tradiciones literarias se suceden, permanecen.
Pero los jóvenes de este tiempo ya no está el gusto por narrar las tierras ignotas. ¿Cuál es el tema?
¿Cuál es el tono?
La escritura cambia.
Las letras cada día dependen más de los intereses económicos, de las corporaciones, los grandes medios que editan libros y cotizan en la Bolsa de Valores de Nueva York o Londres, Tokio.
Las trasnacionales.
Lo que se escribe por la mañana se olvida en la tarde, hay libros de 400 páginas de nada.
Compra u olvida, pareciera ser la consigna.
En alguna ocasión Faulkner, al comentar las condiciones del escritor y su trabajo, nos dice: cualquiera puede escribir una novela, cualquiera incluso un abigeo. Y en aquella entrevista que le dio a la Paris Reviw, deja caer una perla: nunca juegues la carta del sistema, si es fama y dinero, imponente silencio y trabajo.
Si juegas en su peso con toda seguridad te van a derrotar.
¿Qué se necesita para interesar a los lectores?
No mucho, ponerte a la sombrar.
Ocupar un espacio donde no te golpee el sol, poseer una atinada caja de herramientas. Una que sea tuya, que contenga tus recursos.
Desde esa esquina realiza tu trabajo.