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sábado, noviembre 23, 2024

La ciudad y los oficios que fracasan

Reportajes

César Rito Salinas

De las escenas cotidianas.

El albañil tiene las manos gruesas, el pescador los dedos afilados; la gente de oficina, las manos heladas, el hombre que hace poemas sentado frente a la tarde lleva las manos sucias de tanto acariciar sus propias rodillas empolvadas, tan inútil.
Uno
Despierta el relámpago sobre tu sombra. ¿Por qué el frío de la madrugada hace madurar al limón en el patio? Las cosas que no sabemos nos hacen perder el sueño. ¿Quién guía el rebaño de dudas antes del alba? Tropel de bestias que arrebatan el descanso. ¿Qué debo hacer ante lo que ignoro y me aterra? Dejar que pasen las bestias y que se disipen en el aire los mugidos.
Encontrar acomodo en el camino para que la música pase.
Dejar que se haga la hora del polvo, el silencio. El miedo escandaliza en la madrugada, hace madur el verde en el patio.
¿Qué noche, qué insomnio, qué cama enfundada entre suspiros la memoria? Ella permanece en silencio, sólo se eleva la copa de su seno entre suspiros.
Este deseo de arremolinar desechos, turbiedades.
El viento y las aguas lo saben todo.
El recuento de hechos, puro pasado amargo, te lleva a la duda, la pregunta, la interrogación. ¿Somos hojas del periódico embarrado por el aire en las paredes o una carta que navega dentro de la botella por todas las islas, los mares, las escolleras y las bahías sin encontrar el par de ojos que la lean?

  • Yo no quiero enfadarme, sólo quiero quererte –dijo ella.
    Sobre el arroyo vuelan moscas gordas, como gotas de aguacero de mayo.
    Le digo: Yo también quiero quererte y el mundo no para de dar vueltas entre las piedras y las moscas.
    Dos
    En el tendedero que el viento agita en el patio cuelgan pescados y calzones.
    ¿Qué es mi nombre? Cruzo la pierna y froto con mi dedo pulgar el arco de mi pie derecho; hacer algo con las manos es signo de la ansiedad.
    Entre el pulgar y el dedo índice, mientras froto la planta de mi pie, con la mano libre sostengo el lápiz con la que escribo. Respiro, siempre respiro. Bajo mi dedo pulgar siento la sangre ansiosa que atraviesa la planta del pie. Murmuro mi nombre. La sangre sube a la cabeza. Desde mi dedo pulgar sube a mis órganos, el hígado, los pulmones; el corazón. Hace su camino de vuelta. Vuelvo a frotar la planta de mi pie derecho con el dedo pulgar.
    Esto es lo que soy, una pierna cruzada, la sangre que sube desde el dedo pulgar mientras escribo y pregunto por lo que es mi nombre mientras la imagen de tu vientre aparece entre los papeles.
  • ¿Por qué no te mueres y ya? Dijo ella en la oscuridad mientras la luna salía en lo alto de su pecho.
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