Hay reservas en cuanto a que se convoque al evento estatal llamado Guelaguetza con las consideraciones habidas: dieciséis pueblos indígenas, pueblo afromexicano y pueblo ¿o pueblos mestizos? ¿No estarán los organizadores (sin quererlo) fomentando una disputa de castas, no se estará actuando sobre una ruta de segregación a partir de pontificar una visión apresurada y quizá inoportuna de nuestras culturas señeras? Pensando en voz alta: ¿qué hacer para que, incluso, la interculturalidad no nos escinda como pueblo oaxaqueño, al dividirnos en grupos o etnias queriendo marcar el carácter prístino de nuestra lengua, indumentaria, tradición o costumbre? ¿la salvedad es el inclasificable y menoscabado “grupo mestizo” que, me imagino, tiene la opción única de hablar español en cualquiera de sus performances territoriales? No es fácil lo sé, hay que aventarse, de nuevo, el Calibán de Retamar, para entender que, algunos, hemos asumido la lengua de Próspero para liberarnos de él; merced a eso, no sobrevivieron ni el yoruba ni el taíno, ni el ópata ni el pochutleco, solo por poner algunos ejemplos. ¿Qué no la dispersión cultural y el dominio de un grupo en especial hizo posible la conquista de México por, si mucho, un millar de gachupines? Ahora dicen que el riesgo es la gentrificación, volver privado lo comunal y turístico lo cultural, aun invocando interculturalidad y etnicidad. Desde la lógica de nuestra resistencia como pueblo donde la diversidad es unicidad, podemos expresar con validez que Oaxaca es una sola región cultural (o intercultural si así se prefiere) porque son más las afinidades que las diferencias; más los lazos de unión que los motivos de dispersión. Sin menospreciar la influencia de otras culturas incluyendo la castellana, nuestra raíz es afroindígena pues, como tal, con este perfil hemos resistido los embates de quienes nos han querido dividir para vencernos y subordinarnos, en el pasado y hasta en la actualidad. Decimos, sin que se mal interprete, así como alguna vez nos proclamamos como “Estado Libre y Soberano de Oaxaca”, ahora podríamos invocar a nuestra historia para autocalificarnos como “Estado Afroindígena de Oaxaca”, quizá con esta razón lo puedan hacer otras entidades del país y, porque no, otros lugares de la América Indígena que han librado las mismas luchas que nosotros, y han concebido los mismos sueños de libertad, de justicia y honor.
Fer Amaya