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lunes, septiembre 16, 2024

La imagen imborrable

Reportajes

César Rito Salinas

Salazar, enfurecido, entonces,
hizo a los verdugos una señal
VICENTE RIVA PALACIO, Rodrigo de Paz

Sudoroso, al abrir las cortinas en busca de un poco de aire, Octavio pudo sentir que miraba de nueva cuenta las sillas patas arriba sobre la mesa -al terminar la fiesta de cumpleaños de “hay que interrogar a la imagen”, les había recomendado a los alumnos
El festejo lo organizó su padre, invitó a las tías Julia y Carmen, hermanas de su madre. Mario estuvo feliz, acudieron vecinos, recibió muchos regalos.

  • Pinche calor -dijo.
    Volvió a sus papeles. Ese mediodía el proyecto de ensayo que debía presentar en la escuela lo tenía en punto cero, no daba ni para adelante ni para atrás. Con pesar, descubrió que la llamada realidad no dejaba de entrar en sus letras. En un momento de la desesperación, al sentirse derrotado frente al trabajo, pensó que aquel enredijo venía de las hojas de su libreta. Tenía la costumbre de escribir apuntes en ella asuntos de temas diversos, desde recetas de cocina hasta remedios que escuchaba para la mala salud de su anciana madre.
    Lo extraviado abre la investigación, los cables sueltos. Lo tenía claro al momento de iniciar el trabajo, en clases, la profesora de historiografía había prevenido al grupo, “hay que interrogar a la imagen, estar al margen de la voluntad”.
    Octavio no reconocía su propia letra, las hojas estaban pergeñadas de garabatos imposibles de descifrar. La fecha de entrega concluía en esa semana, solo tenía tres días para desarrollar su proyecto y entregar el material, un mínimo de quince cuartillas había pedido la profesora.
    Ni para atrás ni para adelante.
    Volvió a la ventana.
    Aquel marzo de calores tenía sin hojas las ramas del cacalosúchil.
    En la ventana comprendió que no podía fallar con aquel trabajo, el coordinador de la carrera era amigo de la familia y, para mayor compromiso, el mismo rector de la universidad fue compañero de su padre; el primero, director del museo regional de la ciudad, su padre, médico del gobernador.
    Desde su infancia supo que su familia ocupaba un sitio de honor en la ciudad, las fiestas de la Independencia y del 5 de mayo, la noche de rábanos, acudían a palacio. Sus tías Julia y Carmen se quedaron en espera del príncipe azul. Su hermano Mario casó con la sobrina del gobernador.
  • Pinche calor, no ayuda.
    Octavio se decidió por historia del arte, no tenía muy claro el por qué de aquella decisión, cuando su madre Angelita le solicitó razones para tomar aquella decisión, dijo: porque me gusta investigar.
    Lo que en verdad le gustaba era ausentarse, sumirse en la lectura para que su familia lo dejara en paz. La historia del arte le ofrecía el motivo perfecto.
    Al volver al escritorio leyó el primer párrafo de su trabajo:
    Decía Augusto Monterroso que lo más difícil de explicar es lo evidente. Si entendemos el espacio del arte como el sitio donde se elabora el diálogo permanente, entenderemos también que la obra de arte implica la circulación de un lenguaje. Las palabras que rigen la tradición de la pintura, donde pasado, presente y futuro se imbrican. Hay un momento del Renacimiento en cada pieza que miramos, permanece el lenguaje de los colores y las formas, los materiales, la perspectiva óptica, el escorzo, los promotores de la obra. El valor de las piezas está regido por un sistema de comunicación iniciado por Petrarca, en sus comentarios sobre el Giotto, hasta las conversaciones que van de boca en boca entre maestros pintores, patrocinadores y clientes, como si el tiempo jamás transcurriera. Cuando miramos la pieza hacemos la lectura que relaciona el discurso de las artes -sus problemas-, con otras disciplinas de las ciencias sociales como la arqueología, la economía -el valor del dinero y su crecimiento-, la sociología, la literatura y la antropología.
    Fue a la ventana. En la calle el polvo había tomado el volante de los autos.
    Con el aire caliente que golpeó su rostro, recordó que fue el crítico británico Michel Baxandall quien sostuvo que en la descripción de las obras se ocupan las mismas palabras que fueron utilizadas para describir las obras de Miguel Ángel o Raphael.
    Se apartó de su cuaderno de apuntes. En la ventana recordó las razones que le entregó a su madre para ingresar a la escuela, “para interrogar en silencio a la imagen”., pero la verdadera razón para ingresar a la universidad la descubrió aquella tarde de cumpleaños, cuando se encargó de barrer.
    Al poner las sillas sobre la mesa, mientras sus tías Julia y Carmen estaban en el patio, rumbo a la sala, con los regalos de Mario en los brazos, al levantar la silla que ocupaba su padre en la mesa, al ponerla patas arriba, pudo ver el papel atorado entre la pata y la tabla del asiento. Por curiosidad, porque estaba solo frente a la mesa, destrabó el papel. Con letra temblorosa alguien escribió: Te espero en el baño esta noche.
    Su padre había regresado al trabajo, por una emergencia solicitaron su presencia, no se pudo negar.
    Las fiestas de los cumpleaños de la infancia se suman al olvido, nunca descubrió quién era la letra de aquella nota. Mientras atendía su madre atendía a los invitados, sus tías habían acompañado en la mesa a su padre.
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