César Rito Salinas
Leo a los poetas objetivistas -Charles Reznicoff
Hay un juego de miel que escurre y refleja
-en la superficie de aquello que se derrama, las palabras-
A la ciudad y su gente, los árboles,
Sus jardines, los hombres con apurada barba crecida,
Nueva York de 1920.
Puedo entrar y ver el taller de costura de libros
Donde entra a trabajar Amelia, la niña judía
“Sí señor” “Sí señora” -su carita dulce,
La larga cabellera de seda.
El pequeño accidente con la pequeña máquina -las ingobernables bobinas.
Que jaló de sus cabellos hasta hacer sangrar el cuero cabelludo,
El cráneo amarillo-blanco, mondo.
De lo grotesco agradezco el tiempo, la oportunidad
Que convierte el tiempo cotidiano
–borde, miel que se derrama-
en espacio de lo memorable.