César Rito Salinas
A Carmen Elisa,
estudiosa de los organismos
unicelulares
Quien
estudia el mar aprende
de su familia.
Hay tanto cielo, tantos mares.
Tenemos en Oaxaca una científica
En biología marina
Que estudia el Mar de Tehuantepec.
La imagen convoca el nombre, ciertos
sonidos que arrojan las olas,
indicios ocultos en la arena
¿Qué elementos componen el cuadro marino?
El aire, su aroma espeso,
la ausencia de aves,
el navío como figura próxima
(no hay casas con puertas y ventanas,
hay barcos)..
De niña escuchó el sonido
de las corrientes marinas
-frágil hemisferio
que encierra
hemisferios.
La masa de agua -respiración ávida de cielo-,
canta.
¿Qué imagen formará
el olor del mar?
No lo sé.
Cada sonido se acerca cargado de palabras,
llena de silencios
que forman
nuevos sistemas de palabras.
Hay una música que guarda
la imagen del mar -un principio de equilibrio-.
Para mí que quien ejerce los sentidos frente al mar
queda bajo el signo
de las palabras.
El principio de las cosas está en su abundancia
-sobre los mares se produce el aire que respiramos.
Hay tanto mar que se nos olvida el mar.
Digo mar y vienen las sílabas
de un latín vulgar,
Dinoflagellata
¿Cuándo arribaron las palabras a la costa?
El mar encierra singular afiliación,
otra forma de hacer
familia.
Quien mira al mar descubre los astros,
la derrota que arrastra corazones,
ciudades,
el paso de la luna y mareas.
Equilibro
que sostiene el abajo
y el arriba
.
Mar, ecuación de traslación,
sentimiento profundo,
pertenencia,
confianza.
De nuestro pecho a las ciudades
guiados por extravíos.
De niña ella jugó con peces
de colores en playa
Chacahua.
Quien estudia el mar recibe noticias
del pasado (lo que vuelca se rearma).
Estudiar la Mar de Tehuantepec resulta
el hecho inusitado (habitamos el país
de espaldas al mar),
la ciencia religa cierta problemática
con el pueblo, la ciencia como
hecho cultural.
Saber del mar es saber de tu familia.
Los zapotecas llamamos al agua salada
que azota nuestra costa
“la mar de Tehuantepec”
-pero se ríen
de nosotros.