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lunes, septiembre 16, 2024

La noche blanca en las calles de Oaxaca

Reportajes

César Rito Salinas
Y tengo en el rostro
constelaciones familiares
Rafael Cadenas

  • Fue literatura -dijo Señor Rojo.
  • Nada -atajó Gato.
    El punto era este: había caído una granizada sobre la ciudad, tan grande que en las calles de Allende el tránsito se hizo imposible, la gente se atravesaba para coger el granizo, era cosa de verlos desafiar a los autos y al mal tiempo por la sorpresa maravillosa de tocar el hielo a media calle a costa de pescar una pulmonía fulminante.
    . Literatura -dijo Señor Rojo.
  • Nada, la atmósfera resulta el mejor recurso para fijar el tiempo -dijo Gato-, esa noche venía de Matatlán, tenía que llegar a casa, dejar la mochila y volver a salir para cuolir la cita en un café.
    Lo que no dijo Gato a Señor Rojo fue que su memoria había registrado la noche de mal tiempo -el blanco granizo sobre las calles que rodean el mercado 20 de Noviembre- como el principio del fracaso, aquella noche llegó de Matatlán, el sitio del mezcal, estaba por terminar el libro sobre una empresa mezcalera, no recordaba el libro pero sí la noche del granizo, ese tiempo de trabajo con las letras le había dejado el ánimo como para animarse aemprender la vida de pareja, sentar cabeza, levantar familia; pura literatura.
    Dos
    Lo que no dijo Señor Rojo a Gato fue que esa noche de la granizada había confirmado que es la piel la que marca el destino, que poca gente se detenía a preguntar a la piel sobre los días del porvenir.
    La piel guarda imágenes, momentos en que la atmósfera nos dice el futuro.
    Sobre la piel se escriben los amores, las desgracias o la fortuna.
    La cosa era sencilla, en la piel cargamos un ritmo, una manera en que se levantan los registros, las diferencias. El Señor Rojo pensaba que esto se debía a la temperatura constante que se mantiene en la piel. Pongo por caso, una mañana soleada. No será la misma, no la ubicaremos en el mismo plano, en la costa o en la montaña, en la ciudad o el campo. ¿Qué hacen diferentes nuestros recuerdos de una mañana soleada? El tono que se encierra en nuestra piel, el ritmo que asume nuestra piel ante la geografía,
    A veces me da por pensar que es en la piel donde nace la lengua, las palabras, esta escritura. La piel como extensión de la mirada, como confirmación de las papilas gustativas, de la nariz y los aromas. Alguna vez un maestro de Historia del Arte me dijo que no había mejor forma para mirar un cuadro (Aby Warburg) que verlo en su sitio, a una distancia y con una temperatura, una textura, que le era propia.
    Y que desde esa atmósfera conversar con la forma, los colores.
    Si, lo creo así, de ahí que me viene la pregunta ¿por qué no interrogamos con mayor fervor a nuestra piel?
    La piel como la puerta del conocimiento, la entrada del saber.
  • La gente salió a tocar el hielo -dijo Señor Gato.
  • Nada, pura literatura,
    Los recuerdos están ahí, en la piel.
    Pongo por caso, la lectura.
    Las letras entran a nuestros ojos por la piel.
    Y ustedes me dirán, señor escritor ¿cómo está eso?
    Mira, el lector se acerca a la lectura por el sitio donde se sienta, por las nalgas, un sillón de orejas me resulta lo más indicado como espacio de lectura, aunque -les diré- en la adolescencia practiqué la lectura sobre una piedra, de cara al mar. No diré más, pero en la cola está el origen de la memoria.
    Y dese ahí, en el sitio que toca nuestra piel, se levanta la comprensión de las letras, el sentido de la escritura.
    Diré acá tal vez una barbaridad, no pasan cinco minutos sin que yo diga alguna, ¿recuerdan ustedes esa salvajada de los adolescentes de leer sobre el vientre de la chica? Hay imágenes célebres. Esa lectura la llevas en el alma, la letra que viene de piel a piel, los ojos muy junto al ombligo., pero ¿por qué nadie mira esto?
  • A la gente la tomó por sorpresa -dijo Señor Gato.
  • Nada, literatura. Uno recuerda recuerdos inventados, cosa que leemos y se nos olvida -dijo Señor Rojo.
    Los habitantes de la ciudad traemos esa imagen, la pelota de hielo.
    La blanca pelota ociosa que no rebota, que cae sobre nosotros sobre el cielo cruel, implacable. Y si lo miramos bien, al hablar sobre la gravedad que impera sobre los cuerpos, este arriba y este abajo, el concepto de firmamento o de bóveda celeste, de dios y los angelitos, de los santos y las.vírgenes, del destino, tiene que ver, se relaciona con nuestra piel.
  • Literatura -dijo Gato-, inventamos las horas, somos producto de la imaginación.-
    Nada de eso -dijo Señor Rojo-, recuerdo haber visto fotos de gente en las barriadas, que salió a jugar con el hielo.
    En ese momento, Gato recordó una entrevista que había hecho con Minerva, la anciana española que formó parte del grupo de emigrados que llegaron al país en el 36 del siglo pasado, en el Mexique, que fueron recibidos por el presidente Cárdenas, ella le dijo en entrevista que al llegar al puerto de Veracruz los anfitriones les habían obsequiado paletas de hielo, muchas, y que ellos tras comer algunas habían guardado las paletas sobrantes en la maleta.
  • El frío cuenta con nuestra atención, le damos espacio en la memoria -dijo Señor Rojo.
  • Nada -dijo Gato-, el frío nos vuelve vulnerables, predecibles.
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