César Rito Salinas
Todavía hay ciertas reglas
Donald Barthelme, No saber
Me encerraron en la cárcel municipal por alterar la paz y el orden público con mis amores; en la bitácora de la comisaría obran en archivo miles de servilletas con mis poesías, como prueba irrefutable de mis delitos (el juego comienza repartiendo las cartas).
- Ponte a hacer algo, deja de estar aplastadote –dijo la mujer junto a la ventana.
La mejor postura para beber la caguama será en el árbol. Trepado en las ramas del árbol, como un mono, una hoja. Rey Mono. Dios de los monos. En las alturas no te alcanzan las leyes.
El viento de la noche será propicio para tus gritos, llevará tu nombre. Regresa de la tienda con el peso de las caguamas al hombro como quien marcha al cadalso o a una fiesta, con la vista en lo alto: beber implica orgullo y rendición, derrota. Trepa al árbol que más confianza le tengas.
Sube con la pesada carga, esa es la ley de la vida: arribar al sitio adverso con tu placer a cuestas.
Desde las alturas se vacía mejor la vejiga, hay cierta condición atmosférica al evacuar lo que ya digeriste; la ley de la gravedad favorece el desalojo. En la rama más alta no te alcanza el ruido ni el calor que revienta cráneos en la calle. En el árbol se respira el mejor, cuida tu salud, es lo único con que cuentas en esta vida para gozar de una caguama.
El verdadero diálogo, el único amor, ocurre en la distancia (ausencia y presencia abarcan la proposición geográfica, ¿no has amado? Amar será ocupar un lugar en el espacio). Establece comunicación desde las ramas del árbol con tus amigos, tu bella amada; no hay mejor medio para los mensajes que el líquido.
Así no te alcanzarán los reclamos.
Bebe y vuelve a beber.
La mejor cerveza es la cerveza eructada, lo que pertenece al aire vuelve al aire. El mejor bebedor de caguamas será aquél que no conserva protocolos, o el que posee el suyo los propios. Consume caguama en el árbol, harás la mejor acción en favor de la naturaleza.
Contra las opiniones vulgares, el bebedor de caguama cultiva la naturaleza. Riega el tronco grueso del árbol con sus orines. Esta será la última buena acción del día, una larga meada. La caguama procesada por tus riñones es el regalo de los dioses para hacer la vida. Vuela en las alturas del árbol, ésta resulta la mejor distancia para calcular la sobriedad. Los pensamientos más ágiles llegan en las alturas con piernas fuertes.
El territorio democrático de la ciudad son los árboles, el árbol es de quien lo cultiva. Todos treparán a su espacio con el sudor de sus manos. Bebe caguama en las alturas, gozarás de la mejor vista sobre la tierra. Los amores esquivos duelen menos con la caguama en la mano, en lo alto, como un rey incomprendido, junto a las hojas verdes. ¿Para qué sufrir entre cuatro paredes? ¿Quién dictó sentencia? Sobre la banqueta andan los mortales, las bestias. Los dioses y sus banderas existen entre ríos de clorofila, ahí se arma la buena peda. Eres el Dios de la Caguama Helada, sólo compórtate como tal, y bendice al mundo a tus pies. - Si tan sólo te pusieras a hacer algo –dijo la mujer entre suspiros.