¿Cómo recuperar lo invertido?
El silencio no deja dinero. ¿Cómo hacer circulante del silencio?
- La detonación causa azoro.
- La hacienda requiere ingreso, ley primera en la vida y la muerte.
- En tiempos de paz, vida y muerte causan impuesto.
La industria de la cohetería recuerda batallas de monstruos y héroes,
en su recreación de la guerra hace redituable la paz.
La contribución es el principio del calendario laico.
- En mi barrio hay dos velorios. En la punta de la calle una madre llora a su hijo narco. En el otro extremo una mujer joven vela a su marido marino militar, muerto en la lucha contra el narco.
- En la calle de mi barrio todas las tardes juegan pelota los niños.
- El olor del copal se fuga en cada extremo de la calle, se esparce bajo un cielo distante.
- Mañana a la misma hora serán los dos entierros. La vieja historia de las familias que se cruzan en el duelo con ojos de pistola volverá.
- Una noche los dos finados enamoraron en vida a la misma joven de ojos grandes y pechos diminutos, dientes chuecos.
- Los dos bebieron la primera cerveza de la adolescencia. El mismo cielo contempló a distancia a los jóvenes que salieron a orinar largo y tendido mientras sonaba la música en la enramada.
- En la noche del velorio sueño con zopilotes que abren sus alas como branquias de peces.
- El crimen paga, cientos de jóvenes causan alta.
- ¿Pagará la Armada de México tanto como para enrolarse y perder la vida a su servicio?
- ¿Cuándo inicia el conteo de los nueve días del finado? ¿Cuándo muere o cuando lo entierran?
El día que me vine a enterar del lugar de mi nacimiento fue cuando el profesor solicitó el acta del Registro Civil para tramitar la boleta del último grado en primaria. Yo era pequeño, un palo con ojos, y llevé desconcertado la petición a mi madre.
_ Voy a la escuela a decirles que eres mi hijo –dijo ella. Yo era un niño, un palo con brazos, frente a mi madre que tenía las manos mojadas sobre el mandil. Que no quieren que vayas, quieren el papel –dije como recurso para emprender la búsqueda de mi origen
__ Pues te llevo al puerto, allá naciste –dijo mi madre esa tarde en que regaba las flores de la maceta.
Subimos al autobús que amaneció frente al mar, era la primera vez que salía de la tierra donde nacieron mis padres. El puerto me resultó conocido, las calles, la oficina donde nos entregaron el documento, el mercado contenía voces que recordaba. Hay en la memoria un sitio de las cosas que uno no conoce pero no recuerda. Las voces de la gente del puerto traían el sonido apurado del mar. Yo era un niño, un palo con la boca abierta pegado a la falda de mi madre.