César Rito Salinas
Un perro amarillo ladraba a la puerta de la escuela, era la pobreza que me advertía de la dicha. Aprendí a escribir en servilletas, mientras esperaba en la cantina que calmara la furia del viento.
Aquí peleo por el derecho al ocio.
Ya resulta larga la fila de años que espero descanso y esparcimiento.
Las Escrituras nos condenan al sudor en la frente. Las leyes nos obligan a un modo honesto de vivir. Aquí peleo por el derecho a rascarme la panza, a no hacer algo productivo. Aquí peleo por el derecho a escribir poemas, sin que me embargue el sentimiento de culpa.
La hormiga trepa por mi ventana.
La diminuta insiste en ocultar el sol que esparce la luz. La observo luchar, en su dura jornada para ganar el cielo.
La idea de modernidad, cuando se pronuncia, ya es pasado.
Moderno es el perro que persigue su cola y hace círculos en el patio, sin que él mismo sepa cuándo se detendrá.
El Paraíso, los círculos.
Podría tomar al rinoceronte como la imagen del ejercicio político electoral. El rinoceronte que se desmonta por placas, lo que conforma su piel. Un primer acercamiento a la práctica política partidista lo fueron las sencillas láminas escolares, con la imagen del rinoceronte dividido, el cuerpo en partes, como humano.
El rinoceronte nunca deja de ser rinoceronte. La cabeza, el solitario cuerno que dice de aventuras en la selva.
Los marineros amarran su embarcación con gruesos cabos de seda.
Transcurridos tiempo y mareas, muelles y madrugadas, uso, los marineros trafican como basura el cabo que amarró la embarcación al puerto. En tierra firme compran la materia de desecho los reclusos. Limpian la seda con fórmula secreta de donde brota humo, sal. El cabo que desechó la marinería sale del bastidor, convertido en refulgente hamaca, la cueva del ocio, el amor.
Trascribo titulares del periódico: LA SUPREMA CORTE APRUEBA EL EMBARGO DEL SALARIO DEL TRABAJADOR ENDEUDADO.
La sal, el ambiente está cargado de sal, el mal fario.
El mar regresa a la playa cada tarde, repleto de agravios y extrañezas, aves marinas, pelícanos que se niegan a abrirse el pecho para compartir su sangre con los polluelos.