César Rito Salinas
La madrugada deja rastro de su paso sobre una hoja suelta del cuaderno, puesta a serenar en la ventana.
La gente trabaja para que la vida le duela menos.
La escritura impertinente trepa por la ventana, busca una hoja tierna y dulce de limón pero sólo encuentra la hoja blanca del cuaderno.
El hombre escribe a ritmo de bachatas y merengues, que no es música para realizar este trabajo; pero ayuda a desglosar leyes para explicar el por qué los barcos flotan sobre las olas del mar o por qué perecen extraordinarios algunos hombres ante la mirada de ciertas mujeres o por qué otros hombres se convierten en perro ante la voz de ciertos hombres. O la magia del sonido de la palabra catéter. La música ayuda a despejar incógnitas.
El que escribe quisiera tener una barita mágica para explicar en su mundo la importancia del patio donde aprendió a leer. Trabaja en la madrugada para que la ignorancia le duela menos. Pero antes de ampliar sus límites lo alcanza la luz de la mañana, el canto de los gallos.
