César Rito Salinas
Uno
Entre Villa de Aragón y Netzahualcóyotl
Hay un maguey que crece alto, elegante y sencillo
Como las puertas de un templo. Los días de la ciudad
Son cálidos, el amanecer crece con cantos de pájaros,
Al mediodía sol de los mares, las tardes lluviosas
-quien se arriesga a salir de casa sin abrigo
corre el riesgo de enfermar. Desde el vagón
Del Metro, a veces vacío y silencioso,
A veces saturado de tumultos,
Recibo la bendición del maguey que aparece
Extraño entre muros, con marcada reverencia
Al paso de la tecnología.
Dos. San Lázaro
Entre San Lázaro y Flores Magón hay
Una jacaranda que me enamora. Vuelvo a casa.
A la tarde desde el vagón del Metro la puedo mirar
Allá abajo, entre banquetas y casas grises,
Agita sus ramas -perro fiel que guarda la casa-
Como quien saluda a un querido amigo.
Concluyo la jornada saturado de mirar
La dicha ajena. Recién llegado a la ciudad
No tengo amigos que me compartan noticias del pueblo
-de su gente, sus calles, las casas
iluminadas por un cielo de estrellas,
los patios de fiesta-.
Cada tarde la jacaranda, el árbol nudoso,
Alza sus ramas a mi paso,
Entre la multitud me reconoce glorioso
Y me espera.