César Rito Salinas
Andar como ebrio de mezcal por las calles de la colonia.
Así, sin dinero en la cartera. Sólo con el Diablo de una moneda en la bolsa de los pantalones. Sin una foto tuya en mi camisa.
Sin oficio ni beneficio.
Sin ganas de aprender alguno.
Con el mezcal acodado en mi hombro izquierdo.
Así, el mezcal con su cara de niño.
Y el sol sobre la calle, sin banquetas.
Y el viento fuerte, grande, amplio desde mi infancia. Y el puente del arroyo que llama sin descanso mis pasos de solo. Y esa mancha de borrachos de mezcal que sale a mi paso, consuetudinaria.
Que me llaman y me buscan con el Diablo de una moneda puesto en el piso, ya. Pisoteado. Para que llame más monedas, para que trabaje sobre la gente y llame al dinero del alcohol de sueño transparente.
Y se junte con mi Diablo, la moneda que traigo en la bolsa izquierda de mis pantalones.
Así, dos Diablos puestos a dar su mejor esfuerzo tras el dinero de la borrachera. Dos Diablos pesan más que uno.
Cosas de brujería.
Los borrachos cara de niño.
En esta tarde de viento y canciones de amor de otra época, tristes. (Arrejuntarse a las palabras es andar ayuno de mujer.)