César Rito Salinas
La gente que trae la música no es de aquí, viene de otra fiesta, de otro lado, de una novela, de una película, de una revista de otro país. Pero la música es de una fiesta de mi pueblo. Sale el día, la música pasa.
- De tan bien que tocaban, parecía que salieron de una película –dijo mi hermana la mañana siguiente de la fiesta.
La música deja el polvo, deja la fiesta de Asunción de María, deja agosto, deja a la mujer y al hombre detenidos metidos en la tarde bermeja en el atrio de la iglesia. Dónde llevarán la música estos músicos de otra fiesta, que salieron de una novela, una película, una revista de otro país.
Desaciertos
El que levanta la mirada (río Atoyac, gente que trota para combatir el sobrepeso), observará Monte Albán, la ladera donde fincaron los pobres. En la clínica de recuperación me dijeron que padecía disfunción eléctrica cerebral. Emigré de aquella playa, pasó el tiempo en que me daba miedo mirar el aire, enamorarme de una mujer con cabellos pintados de naranja, saltar sobre una pierna; pongo a secar tabaco en el trasto de las letras, confundo al perro con el gato, brinco sobre una pierna.
El cobrador de impuestos
El patrono de Monte Albán es San Mateo, alabemos Su nombre. En septiembre los indios llevan flores a la capilla de San Mateo, en Monte Albán. Desde el domingo anterior a la fiesta organizan encuentros deportivos, peregrinaciones. Agradecen que el santo les permita vivir a unos pasos de la terminal de autobuses, lejos del brazo de la ley, cerca de la catedral del zócalo donde familias enteras mendigan. La noche anterior a la fiesta bailan, lanzan cohetes. Son felices en este territorio donde no se juzga al bandido, el policía, a los menesterosos.