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viernes, octubre 18, 2024

Los temas del día giran sobre abismos de silencio

Reportajes

César Rito Salinas

Hablamos de la guerra, en el primer momento comentamos las noticias trajeron novedad, luego, obviedad; mencionamos aquel primer mensaje hecho con inteligencia artificial -elaborado por el equipo de una candidata opositora al gobierno-, lo mismo. El camino de la novedad a la obviedad cruza un puente breve, reducido. Intentamos el silencio, las miradas para comunicarnos, repetimos los gestos hasta el cansancio.

– ¿De qué hablamos?

– Del clima -dijo ella. siempre cambia.

Tuve el ánimo para contar esta historia:

La pequeña Carmen se divierte en el jardín, corre tras las mariposas, juega a dar alcance a los petirrojos. Entre los limoneros busca el nido de los grillos en esta tarde de marzo. Su madre la observa desde el rosal, un enorme Bull Terry que tritura entre sus fauces una pata de pollo también sigue con la mirada el movimiento de la niña que busca bichos.

Carmen se divierte en su jardín al regreso de la escuela. Las niñas tienen que divertirse en su casa al regresar de la escuela, dice la niña a sus padres mientras come. Divertirse, insiste mientras sus padres asientes con sendos movimientos de cabeza.

Termina de comer, lava sus manos y sus dientes. Entra a su cuarto y se cambia de ropa. Elige unos pantalones cortos, blancos, una camiseta sin mangas, un cinturón dorado y una diadema forrada con pequeñas conchas de mar, con la que sostiene sus cabellos negros.

 Junto a la jacaranda monta al perro, que lleva por nombre Brandon. Hoy no eres un perro, le dice al animal, eres un toro. Y el toro Brandon hace lo que todo buen toro tiene que realizar cuando lo monta una amazona niña como Carmen, andar al trote, pelar los dientes y mover la cola.

 Una niña de cinco años con ropa blanca montada en un Terry, fiero, atigrado que mueve la cola. Divertirse, y mucho dice la niña Carmen.

 Pero ya para las seis de la tarde resulta más interesante la mariposa blanca que vuela entre las ramas del limonero. Fuera de aquí perro, fuera de aquí caballo, fuera de aquí león, fuera de aquí toro, dice con gesto agrio. Y Brandon manso agarra camino hacia su perrera donde lo espera una dorada pata de pollo. Fuera.

La pequeña Carmen desea tener en sus manos una mariposa blanca. Es necesario, dice, que las mariposas expliquen a las niñas por qué llevan el nombre de mariposas blancas. Lo del color ya lo sé, sus alas son blancas, pero ¿quién les puso mariposas?

La pequeña Carmen desea tener en sus manos una mariposa blanca. Es necesario, dice, que ella -la niña que juega en el patio al caer la tarde- le explique por qué se llama Carmen. Alguien podrá decir por allí, comenta, que llevo el nombre de Carmen porque así se llamaba alguna tía de mi padre, allá en su pueblo de sol y polvo. Otros dirán que me llamo Carmen porque así se llama una tía de mi madre, que vive en un pueblo de montañas, un río con aguas cristalinas que hunden su canto en el clima frío.

 Dice todas estas cosas mientras su atención abandona la mariposa blanca y corre tras un pequeño pájaro. Canta, pájaro bobo grita mientras el ave trina y vuela alto en el cielo azul. Luego su muy perceptivo oído capta el chirrido de una cigarra, que en esta tarde de marzo llama a su enamorada la lluvia.

Regresa a la mariposa blanca. Bueno te quiero decir por qué me llamo Carmen. La virgen que acompaña a los pescadores es la virgen del Carmen, que es celebrada cada día 16 de julio entre cohetes, castillos de fuegos artificiales y música, allá, en el mar. Es la virgen de los puertos. Pero yo no me llamo Carmen por la virgen de cara hermosa, no. Me llamo Carmen porque unos señores que ya no viven en nuestro mundo así decidieron ponerle a la poesía. Poesía, Carmen. Carmen, poesía. Y por eso mis papás decidieron que yo llevaría por nombre Carmen.

¿Pero te digo una cosa, mariposa?, dice y baja el rostro junto a las alas de la mariposa que sostiene en su mano, no me gusta el nombre de Carmen yo siempre quise llamarme Alicia.

Los cuentos me dan hambre. Tengo hambre.

¿Quién le puso hambre al hambre? Yo sólo sé que truenen mis tripas.

Mi hambre puede llamarse Graciela, porque ella me atiende cuando tengo hambre.

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