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miércoles, septiembre 18, 2024

Los tres vicios del escritor

Reportajes

César Rito Salinas

Domingo. La mañana nublada permite volver a los viejos libros, darse a la relectura. Transcribo los veros finales de Cantos, de Pound (versión directa de José Vásquez Amaral, Joaquín Mortiz, 1975): He intentado escribir el Paraíso/no os mováis/Dejad hablar al viento/ése es el Paraíso.
En los festejos de los 50 años de Hermann Broch (1886-1951), su amigo Elías Canetti pronunció un discurso ante el auditorio para resumir la actividad del genial novelista austriaco. En aquella ocasión Canetti (1905-1994) pronunció, por vez primera, las condiciones que requiere una persona para ser escritor. Tres vicios, llamó Canetti.
Meter el hocico en todas partes.
Mantenerse en todo momento en contra de la época.
El vicio de la respiración.
Ricardo Piglia sostenía que toda escritura está destinada al olvido; se olvida el título del libro, el número de páginas, se olvida la editorial y el año de su publicación, se olvidan las palabras de aquel libro que tanto nos gustó en otro tiempo, se olvida el nombre del autor y de aquella lectura que nos emocionó se recuerda la atmósfera donde se levantaron aquellas palabras que tanto nos conmovieron.
El que escribe congela atmósferas. ¿cómo lo logra?
Escribir resulta algo sencillo, sumar una palabra tras otra palabra. Sostener ese lenguaje escrito con una sintaxis, pocas nociones básicas de la gramática. No más.
¿Cómo logran los escritores lo que logran?
Porque nos insaciables, el vicio de meter el hocico en todas partes los lleva a enterarse de una mayoría de temas, asuntos. En este vicio son insaciables. Decía Canetti.
Hay personas que mencionan una división entre escritores locales y urbanos. Toda escritura es local, lo sabía Homero, el padre de la literatura de Occidente. A partir de lo que se sabe, de aquello que se conoce, se elaboran las historias.
Lo sabía Marcel Proust, Joyce, Faulkner, Rulfo.
¿Entonces por qué dan este vocablo de territorialidad las personas?
Por mala fe, por ignorancia. Por un alto sentido de menosprecio a su persona. Porque asumen que los de fuera, los de otro sitio, poseen más herramientas del pensamiento que los vecinos.
Canetti ubica al escritor en lucha constante contra este menos precio, porque desde lo local se adquiere conciencia de la lucha contra la muerte. En aquel discurso celebratorio de los 50 años de Broch, tiene esta sentencia breve: “Mientras exista la muerte, todo lo expresado será una protesta contra ella”.
Estas perlas que llamó paraderos literarios Ricardo Garibay.
Leer a los maestros, releerlos, trae el placer del tiempo, porque nos da la oportunidad de paladear, disfrutar del pensamiento expresado en oraciones gramaticales.
El tercer vicio que mencionó Canetti en aquel discurso de festejo por los 50 años de Hermann Broch es este: el vicio de la respiración.
¿A qué se refiere Canetti con esta frase?
La humanidad respira, respiran mujeres y hombres, niños y adolescentes, viejos. ¿Qué nos quiere decir?
Poco sabemos de la respiración.
La mente requiere una gran cantidad de oxígeno para realizar sus funciones, entre las que sobresale el pensar.
El cuerpo es una máquina productora de toxinas inimitable. Todo el desperdicio del proceso de oxido reducción con el que adquirimos la energía necesaria para mantenernos con vida, va al torrente sanguíneo para que a su vez otros órganos del cuerpo elaboren la limpieza, la evacuación de ese material contaminante.
Y en el mismo torrente sanguíneo, el gran mar que nos alimenta, va el oxígeno, alimento de la mente.
Los griegos pedían el caminar como parte de la elaboración y expresión de sus ideas, Canetti pide el vicio de la respiración.
Al respirar de forma consciente nos detenemos, para de girar el mundo y sus prisas. Canetti ubica a su amigo Broch sentado, deleitándose con su práctica de la respiración.
¿Qué se necesita para escribir?
Todas las fuerzas, escribe claro quien piensa claro.
Y estas son las tres condiciones que deberá presentar el escritor, según Canetti.


Cantan los pájaros, pero los pájaros cantan de forma especial en domingo -encuentro que el domingo me enferma).

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