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domingo, noviembre 10, 2024

Manifiesto saltimbanqui

Reportajes

César Rito Salinas

El viento habla de las aguas, lleva el amor entre saltimbanquis y trapecistas sobre cuerpos y abismos, redes de protección y encordados, alturas.

Cuando se sienta a la mesa se quita el sombrero.
El viento tiene los ojos color de una calle oscurecida, en la calle recuerda que dejó encendida la estufa.
El viento se encuentra cómodo en la sombra.

El viento hace adivinanzas con el agua mientras los cuerpos se balancean en la nada ¿Hay arriba? ¿Hay abajo?

En el principio fuimos peces, cambiamos el agua por el aire.

Poner en riesgo la existencia nos viene con el origen, cuando llega la noche y agita los pensamientos que salen corriendo para salir a jugar al encantado, entre los árboles.

Respeto la naturaleza de lo que emerge, madura y elegante, brota, irrumpe protegida por una capa, una película que lo separa del nuevo medio. Toma el sitio y entonces ya estoy en el Capítulo Dos. El Dos que llega sobre el arroyo de los ebrios

Tengo ganas de iniciar el poema con número romano. ¿Cuánto tiempo dura la concentración del hombre que escribe un poema? Escribo poemas mientras leo entrevistas de escritores famosos en The Paris Review. Hay tanta gente que escribe durante todo el año. Las entrevistas con escritores, chismorreo exquisito ¿Escribe diariamente? ¿Por cuánto tiempo escribe? ¿Qué tiempo le lleva escribir un poema? ¿Por dónde inicia su poesía?

Los poemas inician con el final, vienen de atrás para adelante. La primera línea. Los poemas nacen alrevesados.

Inicio un poema cuando muerdo y mastico la palabra. Lo demás es práctica de vuelo. El principio o el final. Talento o extravío de lector.

Digo salmuera y algo se atasca en mi garganta o se levanta desde la raíz de mi lengua en el esófago como vello púbico.

Escribo para el que está dispuesto a escuchar. ¿Cómo van tus asuntos? o sólo son asuntos de una mujer sin compromisos que se levanta temprano, arregla la cama, acude al trabajo, regresa a comer.

En la calle los hombres ebrios consuetudinarios reciben la Cuaresma con grandes vasos de mezcal. Cada día de trabajo en esta escritura me saludan los ebrios de la esquina con la misma pregunta, ¿cómo va el poema?

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