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viernes, noviembre 22, 2024

María Sabina come Niños Santos con Milan Kundera

Reportajes

César Rito Salinas

Los días de calor son una tripa que se estira larga, irrompible en medio de dudas y transpiraciones, los contratiempos miserables. ¿Cómo hacer para conseguir un espacio de tiempo para dedicar a la escritura de la novela?

Hay tantas teorías que leer.

Inventar una historia, bogar en ella plácidamente como lo hace el sol entre cúmulos y cirros, valles; hacer la existencia inventada resulta quehacer de abigeos, espanto.

Hay tantos maestros que nos anteceden.

Me detengo en los párrafos, la unidad de respiración. Tengo preguntas: ¿la respiración está atada a la escritura? De ser cierto escribir tendría un origen en la magia, lo extraordinario asistido por poderes del espacio.

En el islam los devotos de la religión no pueden crear imágenes humanas, -solo reproducen geometrías-, porque la figura humana es facultad de dios. La novela recrea, pinta, espacios habitados por seres humanos, ¿el novelista asume la función del Creador?

¡Hasta dónde somos responsables de lo narrado? Al escribir nos asiste la corte de lo extraordinario, ¿dónde buscar una guía para transitar ese camino?

En los maestros. Como un reto de este tiempo de la inteligencia artificial acudo al chat GPT, pregunto sobre la teoría dela novela, me arroja estos libros y estos autores: La teoría de la novela, de Lukács, El narrador, de Benjamin, Teoría del relato, Seymur Chatman, La novela y el espacio, Franco Morett, Mímesis, Auerbach.

El viaje y sus regresos, migraciones de la misma tripa inamovible.

La explicación clara de los maestros me lleva a elaborar tu propio juego, el relato del crimen y las soluciones posibles.

Hay tanta sabiduría, certezas, ¿me será válido iniciar el relato sobre aquello que desconozco?

Para aclarar el caso que nos ocupa habrá que acudir con la Chamana, beber con ella cerveza tibia en el patio de las estrellas, escupir sobre las flores del descuidado jardín y esperar junto a la pila de agua que entre la noche con su brisa fresca cargada de visiones.

 Mascar los Niños Santos a la hora en que el canto realiza su trabajo sobre el cuerpo de la incógnita.

En la piedra junto al camino de la montaña se leía una frase escrita con letras rojas, como cita bíblica: El chivo copula con quien lo mira

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