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jueves, septiembre 19, 2024

Para que los corazones se conecten mujeres poetas harán lectura de su trabajo en mercados públicos de Oaxaca: Yendi Ramos

Reportajes

César Rito Salinas

La voz de las mujeres poetas de México resonará en los mercados públicos de esta ciudad, serán recibidas en pasillos y corredores, patios y explanadas de acceso -en un marco de colores, olores y sabores, texturas que caracterizan a los productos agrícolas de la región-, como forma de “regresar a lo humano”; las lecturas están programadas dentro del IV Festival Internacional “La mujer en las letras”, que se celebrará los días 10 y 11 de este mes. 

Estado 20 entrevistó a una de las participantes, la poeta Yendi Ramos.

– El mercado como espacio de las voces, ¿cuál tu comentario?

– La tecnología es una herramienta maravillosa que nos permite tener acceso a información de manera gratuita, a datos que nunca hubiéramos imaginado, nos permite estar en contacto con seres queridos; sin embargo, como todo, tiene su lado malo, y éste es que mucha gente ya no quiere ir a los parques, a los teatros, al mercado. Apenas leí un estudio donde dice que el espacio físico hace que los corazones se conecten y creo que es importante tomar las calles, sudarlas, olerlas. Y los mercados nos permiten eso, regresar a lo humano, a lo vivo, a la activación de los sentidos. Hasta la fecha hay un recuerdo de los mercados que me llena de nostalgia: mi abuela pidiendo los ingredientes para su chocolate y luego ver cómo se lo entregaban en una bolsa de plástico con ese olor a tierra con cacao y calor.     

– La presencia cultural de Oaxaca pasa por los mercados, ¿por qué hasta ahora se le reconoce por como espacio público para la difusión de las letras? 

– Quizá sean los prejuicios y la ignorancia con los que crecimos, el pensar que la cultura está en las altas esferas de lo humano, cuando la cultura es todo lo que se cultiva, por lo tanto, también forma parte de ella lo que comemos, lo que produce la tierra. Yo viví en Mazatlán, Sinaloa y ahí una persona que vende pollo, hace pan o queso es también escritor o pintor y no tiene pena al decirlo. Ahí la cultura del comercio y del trabajo es muy fuerte, admirable. Creo que el comercio es lo más noble que existe. Mi abuelo fue campesino y veía como gracias a sus manos, mucha gente podía tener maíz, tabaco y frijol. Vivimos en una abundancia que no valoramos y ésta está en los campos, en los mercados. 

Por eso creo, ahora más que nunca, que cuidar nuestros campos y cuidar nuestros mercados es cuidar nuestra cosmogonía. Si esto no lo entienden las personas que están en cargos públicos, los funcionarios seguirán atendiendo sólo las falsas necesidades de las élites y a unos cuantos privilegiados. Por eso, si en algún momento coincide que lo cargos públicos son ocupados por gente preparada y sensible se dan eventos como el IV Festival Internacional de la Mujer en las Letras, el cual está coordinado por la poeta Amira Martínez Cruz, Directora Municipal de Mercados Públicos y dirigido por la Dra. Beatriz Saavedra Gástelum. 

Este festival ha reunido a muchas poetas de todo el mundo en México a través del Centro de Estudio Sobre la Mujer de la Academia Nacional de Historia y Geografía UNAM, pero en Oaxaca se llevará a cabo en los mercados y es donde se cierra este ciclo de lecturas. Entonces festejo que, uniendo todos estos esfuerzos, las poetas tomen las calles de la ciudad y en específico los mercados.

– ¿Podría decirse que el mercado y sus aromas son la llave de la memoria, el inicio del habla? 

–   El mercado es la entraña de la infancia. El mercado son las abuelas. El mercado es el primer paso para un buen platillo. El mercado es la enseñanza de los secretos más poderosos de la madre a la hija, de la abuela a la nieta. El mercado es la orgía donde no existe la moral, pues es el primer contacto con la muerte y con la vida al mismo tiempo. Es donde vemos los pollos, los puercos descuartizados, pero donde vemos el colorido de las frutas. 

El mercado es el bombardeo a los sentidos sin tapujos. El mercado es a donde uno va a encontrar la curación, donde están las hierbas, donde están también las flores y los juguetes de plástico. 

– Una crítica que se hace a la poesía mexicana es que no habla de comidas, guisos, alimentos, ¿cuál tu postura al respecto? 

– Creo que cada poeta tiene que atender la sed que tiene en el momento. En algún momento, le pregunté a mi maestro Francisco Hernández que, si tenía que sentirme mal por no hablar de ciertos temas que estaban de moda, pues no me nacía. El poeta me dijo que hablara de lo que para mí fuera verdadero en ese momento, porque si yo hablaba de algo sólo por moda, la gente lo iba a notar. Sería bueno que estos temas estuvieran más en la literatura, pero esto tiene que suceder por contagio no por imposición. ¿Y cómo se da el contagio? Justo, regresando a las calles, al sudor, a los parques, a los mercados.      

– ¿Qué expectativas tienes sobre la participación de las mujeres poetas y la lectura en los mercados de Oaxaca? 

– Me emociona como no tienes idea. Cuando me vine a estudiar a la ciudad de México tenía sueños, pero nunca pensé que éstos se cumplieran de esta manera, incluso en la realidad son más bellos. Uno de ellos era que una comunidad de poetas tomara las calles y ya está pasando. En el oficio de poeta siempre se está empezando, por eso muchos caen en el camino (aquí río), y hay que seguir trabajando, pero las poetas que vamos a compartir el espacio somos mujeres que hemos trabajado mucho, que nos seguimos preparando. Entonces lo veo como dos bandos nobles que se juntan para una fiesta dionisiaca: por un lado, los comerciantes y por otro las poetas. Ambos bandos tienen una cosa en común: todo lo que pisan en su paso, lo fertilizan. Así era mi sueño y se está cumpliendo. Aún faltan más sueños por cumplirse.  

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