El sitio de las cantinas del centro resuena, no desaparecen con las modas apuradas por el paso del tiempo; a mí me parece que las cantinas tienen la bendición de las canciones populares que se guardan en la memoria. Oaxaca era otra, de tiempos lentos, pausados; se daban los buenos días al político, el funcionario, al notario cuando acudía, antes de la hora de comer, a la cantina. Las oscuras, humedecidas bocas guardan la llave de la memoria. Camino, respiro emocionado. Entro al 20, el sitio de los mezcales desde antes del tiempo en que la industria convirtiera a la bebida en trago exclusivo. Paso por La Casa del Mezcal; respiro, al de atravesar las puertas batientes sale una canción de la Rockola, Aquí me quedo, de Pepe Elorza.
Con Pepe Elorza es la entrevista para Estado 20.
– En los tiempos que te avecindaste en la ciudad, ¿cuál era la cantina de tu frecuencia?
– Inicialmente Candela, más tarde La Casa del Mezcal, en el 95, La tentación.
Leo las respuestas que me envía por Messenger José Gabriel Elorza Gómez, avecindado en Mérida, Yucatán, vibra la noche oaxaqueña, emerge con su música y discusiones artísticas, políticas. Pepe fue el artista más destacado, llegó a Oaxaca con varias composiciones cantadas por las mejores expositoras de aquel momento, Eugenia León, Cecilia Toussaint y su música fue incluida en la cinta Ciudad de Ciegos, interpretada por Blanca Guerra (hay una toma secuencia memorable, cuando la eterna y bella Blanca Guerra habla por teléfono y mete su pie izquierdo en la blanca tina de baño).
– ¿Dónde trabajabas?
– En la Corporación Oaxaqueña de Radio y Televisión, hacía la programación musical de la FM, misma que era estrictamente musical.
Ahora llueve, pero en la ciudad de Oaxaca la memoria registra que cae la lluvia en todo momento. La lluvia será la primera canción que escuchamos, que está presente en lo más profunmdo de nuestras fibras.
Los hijos de aquellos jóvenes de los 90s crecieron con la música que programó la radio Pepe Elorza, se podía escuchar ritmos brasileños, cubanos. No existía ni internet, menos YouTube. Elorza le puso la característica de música popular a los ritmos latinoamericanos. Con la programación de aquella estación de radio, Elorza logra poner en el diálogo el tema latinoamericano e indígena, que desde las ondas hertzianas se puso al alcance de toda la población, a partir de la expresión musical, con sus compositores y cantantes.
– ¿Qué bebías?
– Descubrí el mezcal en Oaxaca, bebí muchas de sus modalidades.
La noche oaxaqueña de aquellos años fue acompañada por botellas de brandy, tequila, ron; brilló por su humildad; el mezcal en aquellos espacios en que Oaxaca no se lograba poner en la preferencia cultural de los turistas de todo el mundo.
– ¿En lunes, qué periódico leías?
– El Financiero, para enterarme de los temas nacionales y Noticias, para saber los asuntos locales.
Era clásica la imagen de un esbelto Elorza, alto y con anteojos diminutos, alargados, güero camarón, recorrer el zócalo con su periódico bajo el brazo, pasado el mediodía, rumbo a La Casa del Mezcal.
Originario de Tapachula, Chiapas, con una estancia prolongada en la Ciudad de México donde, por decir lo menos, se concentraba la actividad artística y cultural al amparo de un centralismo que promovía el gobierno federal.
– ¿Cómo era el ambiente cultural de esa Oaxaca en aquel tiempo?
– Creo que la preponderancia de las artes plásticas, la pintura en primer lugar, pero el grabado y la fotografía toman un auge que tiene repercusiones a nivel internacional, en contraste con la música que tiene expresiones relevantes.
Frente a las cantinas de Oaxaca me detengo, sale la música cargada de tantos y tantos recuerdos. La música lleva el recuerdo de los rostros, caminares, temperaturas que existieron en otro tiempo en que las distancias parecían cortas y el señor que todo lo corra, el devenir, se aparta de los espacios donde vibra la música, la amistad sembrada con estruendosas carcajadas.