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viernes, noviembre 22, 2024

Por los caminos para acercarse al poema

Reportajes

César Rito Salinas
Un consejo de Lubitsch: deja que el público sume dos más dos.
Ten cuidado de no escribir lo que el público ya sabe.
Hablar con el poema como se habla con el vecino, con la mirada atenta en medio de un profundo silencio.
Hablar del tiempo y del calor, de la comida. De los malos servicios municipales, quejarse De la tardanza del verano, las lluvias, la infancia. Lo corto de las vacaciones, el cuerpo protesta, siempre protesta.
De lo cara que está la vida, lo poco que se logra con mucho esfuerzo, suficiente nunca es suficiente
Decirle al poema cosas que se quiere decir a los hijos y que callas este mundo es tan horrible, no me pienso bañar. A veces temo llegar a la esquina Quiero llenar la casa de perros.
Hablar con el poema como se habla con la almohada.
Cuida con tu vida la libreta que está bajo tu funda.
Quiero una bicicleta.
No te puedo a abandonar.
Yo recibo al poema con duda y desconfianza como cuando llama a la puerta de mi casa el empleado de la paquetería.
Será necesario habitar el poema sin desconfianza como lo hace mi amada cuando pone su mano en mi hombro.
Caminar lento, hacia ninguna parte
Pisar su sombra sin maldad, beber su aliento como se bebe mezcal blanco, on ojos cerrados de agradecimiento.
El evento que sucede al segundo acto impulsa el final de película.
En este momento -en este país- hay ocho mil ochocientas ochenta y ocho almas en busca del poema. No son muchas ni son pocas, son un montón. Son tiempos duros, hace falta vivir otra vida. Al mismo tiempo hay otras ocho mil ochocientas ochenta y ocho mentes que envidian con toda el alma la cifra de individuos que buscan escribir el poema. No son muchas ni son pocas, son las que son. A todo esto, llega puntual cada miércoles el camión de la basura. Hace sonar la campana que abre la puerta de todas las viviendas.

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