En relación a lo dicho por una figura del medio artístico mundial con respecto a que los mexicanos odiamos a los méxico-americanos, considerando que toda generalización es absurda, refuto lo dicho: los mexicanos no odiamos a nadie, nuestro espíritu se mueve más en la dirección de la estimación y el aprecio por todo lo que implica lo humano. Como en otros casos, manifestamos nuestro rechazo a esos dichos irresponsables e imprudentes que predisponen a lo negativo, a la confusión y a la descalificación.
Más cuando es una voz a la que la gente del gobierno actual le ha dado atribuciones para proponer a quien asuma la responsabilidad de la gestión cultural para todos los oaxaqueños, sin distingo de origen, u otra consideración particular. Hace falta conocer y saber más acerca de nuestra historia y cultura como oaxaqueños, no es suficiente con el hecho de saberse ubicado en un nivel de popularidad conseguido a base de trabajo, es cierto, pero también de usar un atributo que es de todos para el montaje de una industria que trae consigo buenos dividendos y útiles ganancias. Y me refiero en particular a nuestras canciones, vestimentas regionales y referencias a nuestros pueblos, costumbres y tradiciones.
¿Cómo se asume con valía todo eso? viviendo y conviviendo con la gente de la que reconocemos como nuestra comunidad, cantando y bailando con ellos, hablando con ellos y como ellos, y llevando al relato, a la canción y a la copla sus dichos, historias y mitos. Lo demás puede resultar una ficción, un sketch extravagante y poco honesto. Verbi y gracia vestirse de indio, de negro u otra identidad que se vea como curiosa e interesante. Vaya, hemos llegado a ver comparsas que se rizan el pelo, se pintan la piel, y bailan izando cestas de plástico en donde ponen frutas del mismo material. No me lo tomen a mal, pero también es caro ser pobre, por eso se nos imita y se nos representa en un montaje indecoroso y hasta sicalíptico.
Habrán de saber que no topo a quien expresó lo dicho, pero hago esta reflexión porque considero injusto que se nos tilde de bárbaros por hechos que se dan en el ámbito de la farándula ahora asumida como expresión cultural. Un mexicano bien nacido y bien entendido le abre las puertas a quien lo necesite; es más, le comparte su pan, su petate y su gabán en lo que puede resolver su penuria extrema. A las pruebas me remito, mejor si estas no requieren reconocimiento, favor o recompensa.
Fer Amaya
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