César Rito Salinas
Trasnacionales
Las trasnacionales que embotellan dentífricos y cremas rejuvenecedoras miden sus ganancias, desde el agujero donde sale el producto al cliente.
A mayor tamaño, mayores ingresos. El mundo de las bolsas de valores es feliz con un hueco grande. Las familias que deciden el destino de la humanidad, las que tienen en su poder las marcas de los productos de limpieza con que aseamos nuestro cuerpo y nuestra vivienda, lanzan hurras de alegría al cielo cada que un geniecillo de su compañía descubre, tras años de investigación, cómo hacer más grande el agujero en el tubo que comercializan. La pasta de dientes, la crema embellecedora, los botes con la sustancia de limpieza son el nuevo cuerno de la abundancia. El objeto que confirma un destino manifiesto.
Tiempos de paz
Estos son tiempos de paz. Batallones de soldados sitian la colonia. Rompen el orden de nuestras vidas. Asustan a los perros y a los ebrios. Desde las primeras horas del amanecer filas de soldados esculcaban con fruición el cubo donde la anciana recibe la leche vitaminada que le entrega el gobierno, la cubeta de zinc con el nixtamal, la bandeja para el tejate. Todo pasa por sus ojos ávidos. 06:00 horas en punto. No encontraron nada. Ni los perros amaestrados en la detección de explosivos, armas, drogas, pudieron encontrar lo que buscaban. Su presencia en nuestras calles sólo causó el despertar temprano del amor de las adolescentes por los hombres de uniforme. Estos son tiempos de paz, bien lo sabe el gobierno. La colonia está poblada por albañiles, dependientas de mostrador, estudiantes y ancianos. Gente que duerme y despierta con el zaguán abierto por donde entran a todas horas los vecinos preguntar por el estado de salud de nuestros mayores.
Noticiero nocturno
El noticiero nocturno de la televisión nos adentra al sueño con imágenes lejanas a nuestra vida. Antes de la dosis de sexo cotidiano de los amantes, el noticiero de la tele.
La última imagen que verá el campesino, el burócrata, la prostituta, viene del noticiero. Los sobrevivientes de guerras y catástrofes verán el mundo de su desgracia desde el televisor, está escrito.
¿Dónde acontecieron todas esas imágenes que ya no nos sorprenden? No lo sé. Sólo conozco a gente que no concilia el sueño antes de observar el acontecer mundial desde el televisor. Personas que en verdad sufren cuando se va la luz en el edificio; toda una catástrofe, casi un crimen contra la humanidad. Porque los gobiernos se comunican, como Dios, por la tele en su emisión nocturna.
La economía trata de parecer menos fría y despótica en cadena nacional. La justicia aparece con sus afeites recién adquiridos por el gobierno. Los poetas y delincuentes hacen declaraciones para el noticiero. Esa es la última verdad antes de oprimir el botón del control remoto y dormir.