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lunes, marzo 10, 2025

Zavala lee poemas en Bellas Artes de la UABJO

Reportajes

Las obras de arte y la cultura 

son experiencias vivas,

no doctrinas abstractas. 

Terry Eagleton, Después de la teoría

César Rito Salinas

I

Entre el público estaban algunos conocidos, nos saludamos a la distancia. Oaxaca tiene eso, la gente se conoce, se identifica, formamos la sociedad donde las personas saludan lo mismo al barrendero que al gobernador, a la señora de las memelas y al industrial. Zavala comenzó la lectura de poemas, habló del desierto de la comarca lagunera, de los barjanes que se forman con el viento, sobre las dunas -del ancho sol.

II

Llegué temprano, nada habrá más incómodo para el que presenta la lectura que esa gente que ingresa pasada la hora; con tiempo preparé el texto de presentación, dije esto: Escribimos por una suerte de transmutación (llevados por eso que dijo Aristóteles, una federación de almas), migramos de un ser a otro y en ciertos momentos tomamos el valor para emprender el vuelo, plasmar nuestro sentimiento con ojo ajeno, hacer nuestra escritura desde aquello escrito por la persona desconocida. Al amanecer, como si se tratara de un escrito hecho por un autor lejano a veces hasta nos sorprendemos y preguntamos por el nombre de ese poeta que tanto nos agrada; nos reconocemos lectores satisfechos. Y así, con esa alegría, nos integramos a la vida cotidiana de obligaciones y deberes.

III

¿Qué es aquello que persigue a los que escriben? Esta pregunta me hace traer a cuento a dos maestros: Nadie inventa nada, dijo Piglia al referirse a su propia escritura; toda letra cuenta con sus precursores, decía Borges. Cada escritura tiene como padre y madre las letras escritas, conforman un proceso dinámico de lecturas previas donde las letras vuelan sobre el lomo de las letras hasta sumar una palabra tras otra palabra.

IV

El viernes por la tarde tocó ir a Bellas Artes, lectura de poemas del compa Zavala; pude ver al público, sentir la atmósfera del auditorio, la imponente iluminación. En un momento pude distinguir que el espacio, la gente, los poemas ya me eran familiares; me pregunté ¿en qué asuntos estaba yo cuando recorrí este espacio?

VI

En la vida nos persigue el desacuerdo de horarios. Por esa causa, el nunca llegar a tiempo a nada, se escribe la poesía:

Este es el juego que todos jugamos, ser otros. Juan Carlos Zavala, de día, durante la semana, es el compañero periodista, padre de familia, que cuestiona y redacta y de manera puntual informa. Señala las fallas del poder, las instituciones, el gobierno. En su trabajo cumple a cabalidad con su oficio, habitado por un espíritu opositor. Llevado por su vocación por los números, es profesor de matemáticas, analiza cifras, gráficas, estadísticas y elabora su material informativo sobre hechos y sucesos cotidianos desde la mirada de lo exacto. Zavala es un caso singular, rara avis, se formó como periodista que no queda satisfecho con el uso de las palabras en esa forma literaria que todos conocemos como noticia. La aborda, busca, expresa, el presente en cifras, ese otro lenguaje; para mí que Zavala podría ser también músico, porque no le basta el uso de una lengua para expresar el registro del presente.

VII

Me quedo con eso, “una federación de almas”. En cada presentación que hacemos de los poemas los llegamos a comprender de una forma nueva, como si cada vez que abrimos el libro, ubicamos la página, nuestra mirada le perteneciera a otra persona. En el proscenio estaban dispuestas dos sillas encontradas, el compa Zavala tomó asiento, micrófono en mano dijo. “maestro”. En ese momento, frente a todos, crucé la pierna izquierda sobre el muslo de la pierna derecha y descubrí mis zapatos tenis negros; se distinguían los calcetines cortos sin par.

VIII

Lo de los calcetines de a peso el par no es figura retórica, al mediodía de ese viernes fui por la despensa, fruta y verduras, a la Central; ahí escuché al pregonero: llévelo-llévelo, a peso el par. Sin pensarlo dos veces dije: me sirve para la crónica; esa noche en la Plaza de la danza sonaba la música de la calenda, adentro, tras las piedras de cantera verde del ex convento de San José, reinaba el silencio: ¿por qué no incluir los calcetines de a peso en la crónica?

IX

El sábado que escribo la reseña de la lectura hecha por el compa Zavala, leo:

Nos reunimos esta noche en Bellas Artes para celebrar que “los filósofos no mueren al amanecer” (podría cambiar palabras y en lugar de filósofos escribir poetas), como lo dice un verso del poema Circunloquio, de Juan Carlos Zavala. ¿Desde dónde solucionar el asunto de la escritura? ¿desde aquello que emerge y no somos? ¿desde lo repentino, inusitado que mira la luz y queda registrado en palabras escritas? ¿Quién soy? ¿Dónde estaba yo cuando escribí esto que leo hoy?  

X

En la ciudad contamos ya con un buen poeta, otro “filósofo que no muere al amanecer”, que no se arrepiente de su arrobo, su arrebato, y comparte con la tribu el objeto llamado libro que contiene la palabra que lo desvela, su poesía. Zavala nos presenta con su libro lo basto del lenguaje, lo amplio de los oficios, lo generoso de la mirada humana. Celebremos. El viernes pude sentir que el hecho de la poesía, una forma singular de la mirada está presente en las voces que habitan las calles de Oaxaca. La pude reconocer por los pasillos de la Central, entre puestos de fruta y verduras, clayudas y molcajetes; la pude ver en Plaza de la Danza, en los giros y evoluciones que realizaba la China oaxaqueña. En los edificios, los viejos conventos administrados por una burocracia rancia y rapaz, sanguinaria. A la salida el compañero periodista Chachá regaló una botella de mezcal tepeztate a Zavala, quien tímido y reservado solo alcanzó a decir “gracias”.

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