Los políticos habitan su propio mundo donde no hay carencias, necesidades que impidan hacer la vida cotidiana como tomar el desayuno, darse un baño, salir a su trabajo sin que en la calle lo esperé el precipicio que amenaza con tragarlo.
Pasado unas pocas horas del equinoccio de verano, la intensa luz del sol no alcanza a llegar al fonde de la alcantarilla abierta que se abre en la calle Vicente Guerrero, colonia Alemán, a unos metros de las oficinas del DIF.
Son varias las amenazas a que se enfrenta el viandante, el simple peatón. El que camino debe andar ojo chícharo por calles, esquinas; banquetas sin equivocación, podría decirse que la ciudad de Oaxaca cuenta con los mayores indicadores de que algo le ocurra al ciudadano peatón. Para nuestra sociedad, los peatones son perdedores, gente a la que le va mal en esta vida.
Podría decirse que no son vistos ni cuando se los lleva el tren o cuando se parten la crisma al caer en una alcantarilla sin tapa. ¿Qué significa que nadie hable de los peatones? Las banquetas son amplias, desde ellas se pueden distinguir parques y jardines, árboles; llevan nuestros pasos a la cita con la mujer que amamos o a la reunión puntual con los amigos.
Por las banquetas vamos por el pan. ¿por qué nadie habla de lo que atañe a los peatones? Los señores del gobierno nunca tienen programas, planes de mejorías para las banquetas, las tan temidas alcantarillas.
Hablan de los cientos de kilómetros pavimentados, de progreso; lo que indica que les interesa el tema de los autos o el precio del bulto de cemento. ¿Cómo medir el desarrollo de una ciudad cuando se toma al peatón como referencia?
No lo podría decir.
