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jueves, noviembre 21, 2024

“La justicia del hombre no me va a devolver a mi hija”: padre de Abigail

Reportajes

Ismael García M./Zona Roja. Fotos: Cortesía


Oaxaca de Juárez, Oax., a 24 de agosto de 2022.- Una a una, las prendas que gustaba vestir Abigail fueron colocadas encima del féretro, antes de las paladas de tierra.

Una a una, fueron puestas con cuidado; una blusa rosa, una falda floreada; los tenis blancos que tango le gustaban, puestas en el interior de la tumba, a punto de cubrir con tierra el ataúd.

Así fue el último adiós a la joven, que murió en circunstancias extrañas en una celda de los separos del municipio de Salina Cruz. Cinco días después, por fin ella descansó. Viento fresco en el panteón municipal, cubierto de llanto y dolor.

Al fondo, “Te extrañaré”, la melodía de Tercer Cielo, que hizo más doloroso el adiós:
“Ojalá pudiera devolver el tiempo, para verte de nuevo, para darte un abrazo, y nunca soltarte. Más comprendo que llegó tu tiempo, que Dios te ha llamado, para estar a su lado, así el lo quizo. Pero yo nunca pensé que doliera tanto”…

JUSTICIA DIVINA
Momentos antes de salir de casa, don José Luis Hay, el padre de la joven mujer, pronunció una oración:
“Sólo por lo bueno, y no por lo malo; tuya es la justicia y tuya es la venganza Dios. Tú les darás el pago. La justicia del hombre son como trapos de inmundicia.

“La justicia del hombre no me va a devolver a mi hija, que ha dejado a dos niños. Era mi compañera, porque vivíamos juntos los cuatro. Pero yo sé que tú, Señor, me darás la paz y la tranquilidad para soportar este dolor.

“En el nombre poderoso de Jesús, recibe a mi hija allá en tu reino, allá en los cielos Padre. Nada compensa el dolor si tú no nos das el alivio. Sólo tú Señor, nos das la paz y la tranquilidad. Nos das la fuerza para soportar la pérdida de un ser amado, de una hija. Sólo tú Señor conoces nuestros corazones”.

Camino al camposanto, gritos de dolor de la familia. Pero también clamor de justicia de los allegados a la familia. Dos fotografías de Abigail, adelante del féretro gris, con vivos blancos.

Ya en el panteón, mientras la tierra esperaba a la joven, más oraciones para reconfortar el alma; para pedir por ella, en su viaje eterno.

“La honramos Padre. Te la entregamos, y te pedimos por sus hijos que son tus hijos. Resguarda sus corazones, alma y vida, para que sean niños de bien. Bendice a la familia Hay Urrutia, bendice a mis padres, y bendice nuestra alma. Y bendice su alma. ¡Amén!”.

TRISTE ADIÓS
Vino el depósito del féretro. Las paladas, una a una, cruel golpe a los corazones de los asistentes y de los ausentes.

Al fondo resonaba la canción “Te extrañaré”, que hizo más triste el adiós:
“Ojalá pudiera devolver el tiempo, para verte de nuevo, para darte un abrazo, y nunca soltarte. Más comprendo que llegó tu tiempo, que Dios te ha llamado, para estar a su lado, así el lo quizo. Pero yo nunca pensé que doliera tanto”…

Ya se fue Abigail. Ya descansa. Adiós Abigail. Adiós joven. Adiós madre.

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