Por: Dimas Romero González
Como obligación inherente a mi carácter de líder social y a mi reciente incorporación como profesor de filosofía en preparatoria, se encuentra la de estar al tanto de lo que sucede en los ámbitos político, económico y académico. Es en este contexto, que se enmarca mi colaboración de esta semana.
Con la intención de no encajonar mi asignatura en los llamados textos especializados; para combatir la preocupante resistencia al estudio en nuestra sociedad y por ende, en la juventud mexicana, me di a la tarea de buscar materiales más amenos al respecto. En esa búsqueda, tropecé con una obra llamada “Generación Idiota”: una crítica del adolescentrismo, de Agustín Laje.
La citada obra aún no llega a mis manos en físico, pero me bastó con escuchar la entrevista al autor en televisión que le hacen en Miami, Estados Unidos, para escuchar de sus labios la confesión de que detrás de la reducción de los individuos al nivel de adolescentes berrinchudos, al que nos han llevado la cultura que se transmite con las llamadas redes sociales, la moda, la música y demás herramientas ideológicas con que se enajena a la población, se encuentra una crítica ruda y furibunda contra los países que luchan por mejorar las condiciones de vida de su población y, a la vez, liberarse del dominio estadounidense.
A esta sofisticada bazofia, los medios propagandísticos del Sistema la convierten en “Best Sellers”, para que el reducido sector de jóvenes que escapan de la enajenación arriba citada y que buscan una explicación racional de la realidad, cuando vayan a buscarla en la ciencia, sean detenidos por estos intelectuales que proponen una especie de encierro en nosotros mismos, con el cultivo y el fomento de valores como la superación espiritual a través de la educación del núcleo familiar, como escudo contra los horrores que produce el aparato ideológico para distraer a las masas, segregando a los individuos, alejándolos de la unión y organización que los lleve a combatir la rapaz explotación que los empobrece día a día, cada vez más, hasta límites intolerables.
Por otro lado, me encontré con Lecciones preliminares de Filosofía, de Manuel García Morente, quien sostiene que ésta, más que ninguna otra disciplina del saber, necesita ser vivida, para tener de ella, una vivencia, lo que real y verdaderamente estamos sintiendo, teniendo, en la plenitud de la palabra “tener”. Entendiendo por esto, que las raíces de la filosofía, su aplicación y su enseñanza deben encontrarse en la vida misma, en la transformación y manipulación de nuestra realidad, con lo cual se convierte en experiencia, en aprendizaje a través de la compresión de las leyes que rigen el desarrollo progresivo e ininterrumpido de la naturaleza, la sociedad y la mente.
Pues bien, el contrastar el poder y la influencia de las herramientas con que cuenta el apartado ideológico al servicio del sistema explotador en que vivimos, con el limitado alcance de las que tenemos quienes intentamos dar la batalla contra la deficiente educación que ha generado jóvenes tan poco interesados no solo en la filosofía, sino en todas las ramas del saber, me convenció aún más de la urgencia de motivar, de inspirar a los jóvenes de esta generación que vio interrumpida por dos años la ya de por sí limitada y pobre enseñanza que el Estado mexicano le proporciona.
Ante lo cual, es necesario el replanteamiento de lo que significa educar, que no es otra cosa, que concientizarlos acerca de la situación en que vivimos, lo cual significa, que no solo entiendan la realidad, sino que sepan y acepten el papel que les toca jugar en la lucha por transformarla en beneficio no solo de ellos, sino de todas las clases trabajadoras, esto es, prepararlos con todas las armas para enfrentar la vida con éxito.
Los educadores debemos entender que la memoria histórica de nuestra juventud, no olvida aún la represión de que fue objeto en las luchas estudiantiles del 68 y los años posteriores a este trágico evento. Porque el hecho de que este sector rechace en automático participar en política, ha generado nula participación de las mayorías empobrecidas, permitiendo con esta que tengamos una clase política que al sentirse libre, sin vigilancia ni exigencia para que respete nuestros derechos constitucionales, ha dado lugar al surgimiento de gobernantes con un nivel de corrupción de los más altos en Latinoamérica. Por lo tanto, corregir el rumbo de nuestra sociedad en el futuro, requiere formar, educar y concientizar a los jóvenes de hoy.
Para ello, retomando la tesis de Morente, se requiere interpretar la realidad tal cual es, explicarles con ayuda de las distintas ramas del saber, por qué hoy no solo sufren los efectos de haber estado fuera de las aulas, sino del recrudecimiento de la pobreza generalizada que por falta de empleos y de salarios bien remunerados, impide a sus padres vestirlos, calzarlos, alimentarlos, curarlos y tener recursos para mandarlos a estudiar; además, que todo esto, junto con la horrible situación de violencia en nuestras calles, a plena luz del día, que ha dejado más de 140 mil muertos y más de 100 mil desaparecidos, a pesar de que nuestra sociedad ha sido militarizada, son prueba de que la 4T ha fracasado en su llamada transformación, sumiéndonos en una de las crisis más agudas de las que jamás haya sufrido nuestro país.
Pero no solo se trata de hacerlos que entiendan, sino de llevarlos a que salgan de su apatía y empiecen a defender su futuro desde hoy, en el presente. Para lo cual, los profesores, debemos convertirnos en educadores con verdadero “eros pedagógico”, estudiar con profundidad, mejorar nuestras técnicas de enseñanza, pero sobre todo, educar con el ejemplo, primero, en el aula; después, en la escuela, luchando y organizándolos para que participen en el mejoramiento de su entorno, involucrándolos en el arreglo de sus salones y jardines, exigiendo que el sistema educativo les proporcione, butacas, libros, y demás materiales necesarios y de calidad, además, laboratorios, salas de cómputo y material deportivo y cultural. Y de no ser así, encabezar la lucha por el acceso a estos derechos, para que aprendan que hay que participar activamente en la solución de nuestras legitimas demandas, para que cuando sean adultos, sepan cómo defenderse y puedan construir un país más decoroso y digno para todos los mexicanos.
Por ello, el ejército de especialistas en las más variadas profesiones, que conformamos el área pedagógica del Movimiento Antorchista Nacional, diseminados en toda la geografía de nuestro país, ya sea en escuelas de todos los niveles, en casas de estudiantes o en grupos de lectura, nos hemos dado a la tarea de formar a las futuras generaciones, con ayuda de los conocimientos de todas las ramas de la ciencias, del deporte y de las artes, para entregarle al futuro de nuestra patria, ciudadanos cultos, sensibles, altivos, dignos y orgullos, impregnados de una constante necesidad de superación y triunfo y, sobre todo, con la vocación de sacrificio y abnegación suficientes para encabezar a las mayorías empobrecidas de nuestro país, para que luchen por su liberación y emancipación verdaderas.