La industria del mezcal está llena de frases que aceleran el consumo de la bebida sagrada. Para todo mal, mezcal.
El viernes llegó con aguacero, la tarde, un julio de Guelaguetza inició con anuncios de consumo y de muerte que ocuparon los espacios informativos; si no hay remedio, litro y medio.
Con el mezcal pasará lo que con la pintura, habrá que arrancarlo de las manos de comercializadores, en su afán de lograr ganancias inmediatas matan el origen de su industria. En esta tarde con aguacero pienso en las decenas de comunidades que cuentan con producción de mezcal y no tienen caminos para acercar el producto a los centros de consumo.
Algo falla en la propuesta de comercialización de la bebida, las comunidades no cuentan con el desarrollo necesario, caminos, agua potable, para continuar con el trabajo heredado de generación en generación.
Tal pareciera que la marginación y el olvido en que se tienen sometidos a los pueblos favoreciera al engranaje de la industria, que se dedica a fregar al más fregado con normas, reglas, leyes y reglamentos emitidos desde el mundo ideal donde las localidades cuentan con caminos y suficiente agua, bosques cultivados para ocupar la leña en el proceso de destilación.
La ciudad enfrenta cambios repentinos de clima, el gobierno federal encontró la forma de justificar ausencia en los problemas y soluciones del clima, declarar qué la explotación de la bebida la deja en manos de los organismos que agrupan a productores y comercializadores.
La tarde de este viernes me reuní con productores y el Comité organizador de la Fiesta del Mezcal de Santiago Matatlán, hay un sentimiento grato cuando se observa qué el pueblo se organiza, defiende sus derechos y sus tradiciones.
Hay otra parte, que aún no desarrollan los promotores populares de la cultura del mezcal, ¿qué harán con los desechos qué inundan arroyos y tierras? La tierra es un bien no renovable, el espacio que se pierde se pierde para siempre. ¿Qué hacer con la industria del mezcal? Para todo mal, Mezcal, para todo bien, también.
En la ciudad ya se perciben cambios bruscos del clima, lluvias adelantadas, intensas granizadas, calores de los mil demonios. El territorio enfrentó ya, hace siglos, las consecuencias del monocultivo, la siembra de nopal para la producción de la grana cochinilla. Lo que observamos de la desertificación en los Valles Centrales y la Mixteca, son ejemplos del daño que generan los monocultivos; pero en Europa disfrutaban las clases altas del proceso de nuestra desertificación con las obras creadas en el Renacimiento Español y Flandes.
¿A dónde nos llevará el mezcal? Algunos comercializadores ya mencionan alarmados que la siembra de agaves ya se movió de la zonas magueyeras tradicionales hacia el Istmo de Tehuantepec, donde talan árboles frutales que dan sombra donde crece la pastura para los animales para sembrar maguey.
Para todo mal, mezcal. La industria se aprovecha del uso del lenguaje, justifica la depredación que acontece, el gobierno recibe impuestos, más del 80% del costo de cada copa, cada botella se lo queda el gobierno. Y el pueblo soporta este cambio climático, ¿a quién beneficia la industria del mezcal?