Esta tarde hubo fiesta en el zócalo, junto a Palacio Nacional; ese día, por la mañana, se había caído el Twitter, ese día, también, el presidente Obrador celebró con una concentración multitudinaria el quinto aniversario de su victoria electoral.
Lo dice la Biblia, nunca heredes en vida. Y ahí está el presidente Obrador en la celebración del quinto año de su victoria electoral al cuidado de hijos e hija, que desean sucederlo en la presidencia de la República, las llamadas “corcholatas”, no fuera ser que alguno, alguna, se le ocurriera llevar porra propia, griterío, argüende y le amargara el festejo que lo confirma como líder vitalicio.
Durante la semana que termina los reclamo de piso parejo, supervisión de gastos y denuncias por despilfarro de recursos que, a decir de algunas corcholatas, se registran en el proceso de MORENA para designar al abanderado que competirá en las elecciones por la presidencia en el año que viene, no dejaron de ocupar espacio en los medios informativos.
Los precandidatos de Morena ya están en campaña. Pero, no es lo mismo que lo mesmo, algunos cargan relojes de diez millones de pesos, son recibidos por multitudes en auditorios y plazas donde la militancia que los recibe en la Asamblea informativa está cómodamente sentada. y para otros, el caso de Ricardo Monreal en Salina cruz, el sol a plomo, sin mantas, gallardetes o pasacalles con su imagen -su sonrisa blanca-, sin espectaculares que los reciban a la entrada de los pueblos, sin comentarios en prensa y radio.
No es lo mismo.
Para la señora Claudia fue mala semana, se indigestó con la repentina popularidad que cobró Xóchitl Gálvez, luego del desprecio que recibió por parte del presidente Obrador en la Mañanera, donde pidió con documento emitido por un juez su derecho de réplica luego de que el presidente sostuviera que ella estaba en contra del programa de apoyo a los adultos mayores.
Y Xóchitl (senadora de la República) como cualquier reportera llegó a Palacio, de madrugada.
Y apareció Xóchitl, y se les hizo a los de MORENA la noche.
Adán Augusto traía -la semana que termina, segunda de giras de las corcholatas por el país- las líneas de su discurso bien estudiadas, frente a su auditorio daba golpes contra Loret, Televisa, Latinus, Madrazo. Y se le cayó el acordeón, dejó de cantar cuando los periodistas que lo acompañan por su gira proselitista por todo México le preguntaron por Xóchitl.
Ya el presidente, en la Mañanera, resbaló dos veces, dos días, en la arena de la política pública que se escenifica en el Salón Tesorería de Palacio Nacional, mencionó a Xóchilt, se fue duro contra ella por el solo hecho de lograr con un solo mensaje creado con inteligencia artificial la no mala cifra de 6 millones de audiencia.
La corcholata prudente, la muy seria Claudia, que traía audiencias de millón y medio en Tick Tock, se le fue encima a Xóchitl, habló que ella no puede hablar de su origen humilde -la panista donde quiera que se para dice de su ingreso a la iniciativa privada, cuando ella y su madre vendían gelatinas de casa en casa, en su infancia.
Y Marcelo, Noroña y las corcholatas callaron.
Xóchitl se le atragantó al presidente Obrador en el festejo del quinto aniversario de la victoria electoral; antes, por prudencia, mucha prudencia, había ordenado a las corcholatas y sus seguidores portarse bien, no ser abusivos ventajistas en la fiesta del zócalo capitalino, pero apareció Xóchitl la de Hidalgo, y entonces se dio la contraorden.
Ese día del festejo en redes sociales volaban los carteles sin audiencia: 5 año de la victoria del pueblo, tuvieron un escaso retuitee, solo un triste corazoncito de me gusta.