NÉSTOR Y. SÁNCHEZ ISLAS
La crisis de la basura en la ciudad capital y la ingobernabilidad expresada en bloqueos y plantones por toda la entidad no surgieron de la nada, ni de forma sorpresiva. Esta es una de las crisis que vamos a enfrentar en los años venideros. A saber, en puerta está la crisis por la escasez de agua y el calentamiento global con sus sequías y lluvias extremas. O, por el lado de las finanzas públicas, la crisis en el pago de las pensiones del futuro cercano.
Mirar hacia atrás nos ayudará a entender mejor cómo es que llegamos a este punto y la forma suicida en que seguimos cuesta abajo.
Hasta los años 60 del siglo pasado el anhelo era de progreso, de construir con lo poco que había. Prueba de ellos es que casi todas las muestras culturales que hoy vendemos al turismo se crearon antes de la llegada de los años 70. El contraste es notorio porque existen obras, tangibles e intangibles que dan testimonio de ello y sirven para comparar lo que fue una sociedad, y por consecuencia su clase política, constructora. La agitación llegó en los años 70, pero fue en los ochenta que recibió patente de corso.
México, y en particular, Oaxaca estuvieron al margen del desarrollo mundial. El régimen nacionalista y revolucionario creó una burbuja que nos aisló por muchos años. Esa política de autarquía, autosuficiencia, implantada por el viejo régimen en aras, entre otras cosas, de proteger la planta productiva nacional, cerró nuestras fronteras a las importaciones no solo de bienes, sino de ideas.
El presupuesto nacional era escaso, por tanto, el reparto de dinero también. Los presupuestos anuales destinados a Oaxaca nos dan risa comparados con los de hoy y, sin embargo, con lo poco que hubo se construyó mucho más que ahora con el derroche de cientos de miles de millones de pesos que no sabemos en manos de quien quedan. Si el gobierno estatal era pobre, los municipios eran miserables.
La conducta conflictiva del oaxaqueño siempre ha existido. A pesar de ello, no solo pedían la construcción de caminos, clínicas y escuelas, ayudaban en ellas. Los conflictos por el derecho de vía se resolvieron Antes fueron rebeldes pero positivos. Hoy están en resistencia destructiva. Los carreteras que hoy usamos son las mismas de los años 40 y 50 del siglo pasado. En ochenta años, solo la súper carretera a Puebla se agregó a nuestra infraestructura productiva.
La estabilidad social empezó a tambalearse después de 1968. Ya no estábamos tan aislados y las revueltas en Europa tuvieron réplicas en México. Allá se quejaban contra su propia cultura, el occidente colonialista y supremacista que no había llevado el bienestar prometido después de la Segunda Guerra Mundial. Hubo años felices en el mundo de las postguerra, México vivió varias décadas en el desarrollo estabilizador que creó el llamado milagro mexicano con crecimiento económico de más el 6% anual. Parecía que la revolución empezaba a hacerle justicia a todos, no solo a la clase política.
Sí en Europa la causa fue el postmodernismo expresado en revueltas callejeras, en los Estados Unidos la Guerra de Vietnam, en México fue contra el autoritarismo del régimen que se negaba a la democracia, aunque la democracia tan anhelada tampoco era la solución a nuestras desigualdades.
Podemos fijar una fecha en que oficialmente Oaxaca se convirtió en una tierra de destructores. La llegada de Heladio Ramírez López a la gubernatura señala muy bien el fin de una era y el inicio de otra. Pedro Vázquez Colmenares fue el último de aquella generación. A partir de Heladio hemos tenido como gobernantes solo a dos clases de políticos: los porriles y los juniors, ambos sin proyectos para el futuro.
En la transición entre 1968 y 1982 los jóvenes agitadores fueron absorbidos por el sistema. Fueron convertidos en funcionarios o becados al extranjero. A partir de 1982, en Oaxaca, ellos, los porros, se convirtieron en el sistema.
El problema de la basura nos desnudó, aprendimos muy bien de los agitadores a ser el problema y no la solución, a ser las eternas víctimas en busca de redención. Tanto manipularon a la población con mentiras que ésta hoy está contra ellos. El Frankenstein que crearon usando para sus fines personales a la gente se les ha salido de control. Nadie quiere ayudar a la solución.
El futuro preocupa. El gobierno que llegará en tres semanas viene de la agitación y el chantaje. Nunca han construido nada más que utopías. No han creado capital ni social, ni cultural ni económico más que para ellos mismos, de un partido o del otro.
Dicen que vienen a “deconstruir”, una visión filosófica de alto nivel que nunca alcanzarán aquellos que desprecian el conocimiento como herramienta de progreso. El presidente Neri y el gobernador que llegará han vivido exigiendo soluciones inmediatas, ahora que tienen que darlas vamos a saber para qué querían llegar al poder. Vamos a saber sin ellos son tan buenos y los demás muy malos, como siempre afirmaron.
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