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viernes, noviembre 22, 2024

CARPE DIEM | Crimen ambiental

Reportajes

En este momento en el mundo existen solo dos movimientos legítimos en beneficio de la humanidad porque, de acuerdo con el sociólogo francés Pierre Bourdieu, no son anti nada, pero están a favor de todos nosotros. Se trata del movimiento feminista que busca el respeto y reconocimiento pleno de los derechos de las mujeres y el movimiento ecologista, que simplemente trata de salvar nuestro entorno.

Tan poderosos son los movimientos feministas que están haciendo temblar al régimen autocrático iraní y en México al propio presidente que manda poner murallas alrededor de su palacio virreinal. Los movimientos por la salvación del planeta están logrando dejar atrás al petróleo y sus poderosas trasnacionales para pasar al consumo de energías limpias.

Las políticas públicas ejecutadas por este gobierno estatal saliente en la promoción del mezcal fueron absolutamente irresponsables. Salieron al mundo a ofrecer un producto respaldados en la cultura local y sus tradiciones ancestrales, pero nunca se hicieron responsables por el daño ambiental provocado.

La producción masiva, que ya no es artesanal sino simplemente manual, está acabando con miles de hectáreas de flora y fauna silvestre.

Las advertencias por la devastación de la naturaleza en la producción de mezcal no son nuevas, sin embargo, el control del gobierno en la dominancia de la comunicación social no ha permitido que esas voces trasciendan.

No es necesario ser un experto. Basta con recorrer la carretera al istmo para ver a simple vista la devastación. Es seguro que detrás de esos montes talados existan otros muchos más. El valle de Nejapa está ahora convertido en un sembradío de agave a lo largo y ancho de su territorio.

Cerros y cañadas deforestados para sembrar agave mezcalero tendrán en el corto tiempo consecuencias. Así como los cultivos de otras plantas necesitan a las abejas para polinizarse, los agaves necesitan de los murciélagos para hacerlo. Sn embargo, el hábitat natural de ellos está siendo arrasado porque anidan en los propios árboles del entorno. Dentro de un tiempo escucharemos las voces de los mezcaleros clamando ayuda porque ya no hay murciélagos, agua o leña disponibles. Ellos se la están acabando, pero nosotros, a través del erario, deberemos pagar el daño.

Promover la producción del mezcal es parte de las políticas económicas en busca del desarrollo y bienestar para miles de oaxaqueños que de eso viven, eso no está a discusión. Esta administración realizó eventos y construyó, a medias, algunas obras en beneficio de los mezcaleros, sin embargo, también es público que dieron preferencia a ciertas marcas y personajes ligados al poder que recibieron un trato preferencial. La división en el gremio en parte es debido a ese injusto reparto y apropiación del canonjías que el nuevo secretario de economía entrante deberá corregir.

No son recientes, pero algunos datos duros nos ayudarán a dimensionar el tamaño del daño que ya nadie puede negar porque es visible y que nadie debe justificar porque el daño ambiental y su reflejo en el calentamiento global es palpable.

De acuerdo con la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación, realizado a mediados de los años 90, había que llevar la leña a Matatlán desde una distancia promedio de 70 km. Ahora la leña debe ser traída desde mucho más lejos.

Producir un litro de mezcal requiere un consumo de 35 litros de agua en promedio. Entonces, para la producción anual de 8 millones de litros de mezcal oaxaqueño se contaminan 280 millones de litros de agua. Un millón de litros equivale a una hipotética cisterna de 100 x 100 metros y otros 100 de profundidad. Se necesitan 280 cisternas del tamaño de una hectárea cada una para suministrar el agua para mantener a Oaxaca como la capital mundial del mezcal.

Otro ejemplo: Un litro de mezcal requiere 10 kg de leña en promedio. Según la FAO, con un m3 de madera se producen 125 litros. Un camión de 3 toneladas carga 3 metros cúbicos. Entonces, producir 8 millones de litros requiere algo así como 22 mil camiones de tres toneladas cargados de leña cada año además del consumo de combustible propio de los camiones. La cantidad de madera quemada es enorme, así como la cantidad de gases de efecto invernadero que se lanzan a la atmósfera. El costo ambiental para Oaxaca podría ser irreversible.

La cultura del mezcal está trayendo recursos a Oaxaca al igual que el turismo en general. Es momento de analizar los efectos de lo que crea esa cultura consumista, hedonista e irresponsable que conduce a la búsqueda de resultados a corto plazo sin tomar en cuenta el daño que tendrá que corregirse en el futuro.

El gobernador saliente vino a gobernar estas tierras solo como un medio y no como un fin en sí mismo. Importó más la notoriedad que el resultado, la apariencia que el fondo. Ya regresa a su tierra, pero el daño ambiental nos lo quedamos aquí.

Twitter @nestoryuri

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