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viernes, noviembre 22, 2024

CARPE DIEM | Rebelión en los arquitos

Reportajes

NÉSTOR Y. SÁNCHEZ ISLAS

“Se oponen a la modernidad” es una de las frases usuales para calificarlos y descalificar a los vecinos del barrio. “Son conflictivos” es otra frase que les recetan desde las oficinas municipales. Pero los vecinos de Xochimilco tienen razón.

El barrio de Xochimilco es uno, pero el trazo de la carretera Panamericana los dividió artificialmente en dos. Los conocemos ahora como “la Cascada” y “los Arquitos”.

La zona de los Arquitos, hoy una zona bonita y atractiva no siempre lo fue. Su estado actual se debe al celo de sus habitantes por conservar su patrimonio y cultura.

Hace mucho era una zona absolutamente marginal, un barrio de artesanos de los telares, la hoja de lata y la grana cochinilla. El acueducto llegó a estar en condiciones miserables de abandono al grado que, en nombre de la modernidad, se cortó de tajo un largo tramo para abrir paso a la amplia carretera. Si hoy se intentara semejante atentado cultural la oposición sería absoluta y se tendrían que buscar soluciones de ingeniería para conservar el monumento.

Los arquitos, el día de hoy, son nuestro mal ejemplo de la gentrificación provocada por la corrupción de los políticos. Gentrificar significa el desplazamiento de los habitantes originales y de bajo poder adquisitivo por nuevos vecinos de altos ingresos que convierten una zona popular en un sitio exclusivo y caro, prohibitivo para quienes ya no pueden pagar el alto costo de seguir ahí. Hasta las memelas se encarecen.

El más reciente acto de protesta se dio hace pocos días. Muchos vecinos colocaron en sus fachadas cartulinas y lonas solicitando la intervención de diversas instituciones y autoridades para algo que ni debería ser motivo de protesta: que el ayuntamiento aplique sus propios reglamentos y proteja el uso de suelo de las cantinas, bares, antros, terrazas y salones de fiesta que ahora abundan por ahí. La falta de aplicación y la negativa para actualizarlos tienen una razón muy poderosa: los propietarios de algunos de esas fuentes de molestia son personas conocidas y con influencias en las esferas del poder. No debemos perder de vista que para la clase política primero es el negocio; después el respeto a leyes y reglamentos.

La división del barrio desde 1940 provocó que se conformaron dos comités de vecinos. La Cascada tiene el suyo y los Arquitos el propio. Así ha sido durante mucho tiempo y, a conveniencia de la actual administración, ahora quieren unirlos y dar preferencia al comité de la Cascada por encima del otro, a lo que éstos se oponen.

Se oponen por varias razones, pero la principal es que a la Cascada no le afecta la situación actual que padecen. Y tienen razón, además de la gran cantidad de años que avalan su trabajo.

La zona es netamente un lugar para paseo turístico, a los que les dan la más cordial bienvenida en el entendido que la derrama económica beneficia a todos. Pero también es una zona de salones de fiesta, bares y terrazas que les impiden dormir y vivir tranquilos, a lo que tienen derecho sus habitantes.

Las políticas en materia turística promueven la masificación, una de ellas le llaman el “turismo de reuniones”, que consiste en promover nuestra cultura y patrimonio cultural como una mercancía en venta para bodas y convenciones. Si por un lado este negocio provoca derrama económica también provoca problemas. Para empezar los beneficios quedan en las manos de las muy pocas empresas que tienen capacidad de organizarlos y los problemas los pagan los habitantes del lugar que deben soportar sus continuas calendas, cohetes y molestias; y el erario que debe usarse para mantener los sitios públicos en buenas condiciones para seguir vendiéndolos.

Alrededor de la plaza de la Cruz de Piedra hay cinco salones de fiesta y, con el “centro gastronómico” en operaciones será otro más. Todos provocan gran cantidad de ruido hasta la madrugada, provocan la saturación de las calles por la cantidad de vehículos estacionados, generan basura, orines y vomitadas en sus puertas y, por supuesto, se vuelve atractivo para la venta de drogas y los ladrones de autopartes.

Las protestas han ido escalando. La plaza de la Cruz de Piedra ya ha sido escenario de actos que casi terminan en violencia al oponerse, los vecinos, a eventos masivos y ruidosos con los que no están de acuerdo y, por supuesto, se han enfrentado a los políticos que han querido meter ambulantes a su plazuela. Sí no lo han notado, es uno de los pocos lugares públicos limpios y en buenas condiciones.

La rebelión de los Arquitos es una realidad, está en marcha debido a los oídos sordos de las autoridades competentes que, a conveniencia, no quieren reconocer al comité de vecinos que los mismos habitantes sí respaldan.

El municipio debe prestar atención a los problemas locales y dejar de lado la agenda que ahora trae de carácter estatal con miras al futuro político del contador Neri. Atienda y escuche a los vecinos, será su mejor actuación.

Twitter @nestoryuri

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