Cuauhtémoc Blas
El mezcal se ha proyectado de manera extraordinaria en el ámbito internacional, pero como todo producto con gran demanda, empieza a degradarse para satisfacer ese mercado. Mezcal de escasa calidad en el mercado externo, ahora. Decimos ahora porque en el mercado interno esa degradación tiene casi 50 años de haberse intensificado.
Comerciantes mezcaleros sin escrúpulos han amasado cuantiosas fortunas vendiendo mezcal adulterado. Y adulterado en el mejor de los casos, pues en ocasiones ni siquiera eso, lo que venden es aguardiente. Así, les ha alcanzado hasta para diversificar sus empresas y negocios.
A principios de la década de 1990, varias personas alcohólicas, miembros del llamado escuadrón de la muerte, murieron, después de quedarse ciegos, por ingerir este “mezcal”. Hubo escándalo entonces.
TEQUILA JALISCO, MARCA LA PAUTA
Hace unos años pudimos constatar cómo un empresario de mezcal llevaba sus pipas del producto a vender a Tequila Jalisco, donde entregaba el mezcal, y de regreso pasaba por Izúcar de Matamoros, Puebla, para cargar sus pipas de aguardiente de tercera que distribuía en Oaxaca.
Que Tequila Jalisco compre mezcal, aguardiente, remolacha y hasta henequén, y todo lo que produzca alcohol para su impresionante producción de tequila, no es cosa nueva. El doctor Felipe de Jesús Palma, quien más sabe de agaves y mezcal en México, comprobó en una entrevista con el periódico La Jornada que, para producir los miles y miles de litros de una sola de las grandes empresas de tequila, necesitaban tener tapizado de maguey tres estados de la república.
Lo anterior por la cantidad de kilogramos por cada litro que requiere amplias extensiones de tierra. El investigador oaxaqueño concluía: no hay manera de que vendan un producto genuino, puesto que ni siquiera tienen tapizado de agave un estado. Y solo se refería a una marca de Tequila.
MEZCAL DE OAXACA, COMERCIAL A ULTRANZA
En Oaxaca hemos caminado en esa misma dirección comercial. Hace un tiempo publicamos un reportaje sobre esta dinámica. El mismo doctor Palma nos declaró: “para que ciertas marcas de mezcal oaxaqueño pudieran ofrecer como genuino lo que nos venden, requerirían de un aprovechamiento y plantaciones de maguey que tampoco tiene referencias con la realidad”. (En Marcha, núm. 14, enero de 2000, pág. 6).
Un ejemplo de lo anterior se da en la población que los comerciantes de mezcal llaman la Capital del Mezcal, en Matatlán, donde cada vez hay menos palenques, pero mayor producción de mezcal. Esto sugiere una dinámica indebida que se da, sobre todo, con los envasadores.
El doctor Palma nos relató una anécdota que vivió en una Feria del Mezcal de Matatlán: “El día principal, a media Feria, hubo problemas con una pipa que quería pasar en medio de la fiesta. Llamó la atención, y la gente se preguntó ´¿Una pipa?´ Era una pipa de alcohol, una pipa de aguardiente que le urgía entregar su contenido ese mismo día”.
Don Tuburcio Mateos, mezcalero reconocido, nos declaró para esa misma publicación en el mismo municipio de usos y costumbres, Matatlán: “No me explico cómo mis primos pueden envasar tanto producto si no tienen sembradíos de maguey ni compran piña (de maguey) ni compran mezcal, entonces, ¿qué es lo que están envasando? Abaratan el precio del mezcal, y nos colocan a los auténticos productores en una situación de crisis, porque nuestros costos de producción son altos”.
La conclusión es que, si nos ofrecen mezcales baratos, hasta presumen que de tobalá o tepextate, no hay duda que no es mezcal, pues ni siquiera cubren el costo de producción. Lo grave es que ni comprando mezcales caros podemos tener la certeza de que es de genuina calidad. Como siempre, quienes deberían aplicar las normas de calidad, cuidar la salud de los consumidores y evitar la competencia desleal, las autoridades, miran para otro lado.
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