Cuauhtémoc Blas
A unos metros de la entrada del camposanto, de esa triste llanura de cruces, la joven esposa dio otro grito; la madre del difunto metido en la caja gris, también emitió un lamento. Apenas eran un poco más de las 9 horas del día. Había premura para enterrar al joven de 34 años, que dejaba a dos hijos y a una joven esposa, como él. Llevaba ya tres días de fallecido, y el fuerte calor lo afectaba.
Un día antes del entierro arribó de la Ciudad de México, donde fue baleado y murió al instante. A pesar de la lluvia pertinaz, el calor no cesaba. Charcos y lodo dispersaban por momentos el cortejo, que buscaba eludirlos; los árboles mojados dejaban caer sus gruesas gotas sobre las personas.
El cielo permanecía nublado, con premonición de nuevas lluvias; el mundo oscurecido para la viuda y los huérfanos ahora rumbo a una incierta suerte. El dolor de la madre del caído no era menor. Mucha gente derramaba lágrimas, el cortejo era nutrido, de hombres, mujeres, niños y algunos de la tercera avanzada edad.
Recordé la que cantaba Oscar Chávez: “La muerte de este angelito/ no fue muerte natural/ fue del sistema social/ que nos mata de a poquito…” Una canción nunca mejor acomodada que en estos casos, pero con una variación al final del párrafo: fue del régimen de impunidad/ que nos mata de a montones. Y esa impunidad la brinda el Estado mexicano, quien tiene la responsabilidad de este río de sangre.
Con un promedio diario en México de 94 homicidios en los últimos años, haciendo un total de 189 mil 596 homicidios en lo que va de este sexenio, el margen de impunidad es igualmente grande. Una impunidad arriba del 96 por ciento, casi total impunidad. Y sabemos que delito que no se castiga se repite, prolifera hasta llegar a cantidades de verdadero escándalo y pavor, como hoy. (LaGuerraEnNumeros-TResearch-HOMICIDIO)
La organización Impunidad punto cero aporta las siguientes cifras escalofriantes del crimen en nuestro país: “no se denuncia el 94% de los delitos que se cometen”. De cada 100 delitos que se cometen, solo 6.4 se denuncian, y de cada 100 delitos que se denuncian, solo 14 se resuelven. Esto quiere decir que la probabilidad de que un delito cometido sea resuelto en nuestro país es tan solo de 0.9%. De este tamaño es la impunidad en México”. https://www.impunidadcero.org/impunidad-en-mexico/#/
La primera responsabilidad del estado —habilitado por sus gobernados con el monopolio legítimo de la violencia—, es brindar seguridad a los ciudadanos. Monopolio de la violencia es tener el control exclusivo de esta, lo que en la actualidad está muy lejos de cumplirse. Hay cientos de grupos armados hasta con arsenal superior al del Ejército Mexicano en la geografía nacional.
Esta incumplida primera obligación, que diversos autores han consignado como el primer punto del Contrato Social (Rousseau) o monopolio legítimo (Weber), es una falla ominosa que debe atenderse de manera urgente y remontarse pronto. Si hay voluntad política del próximo gobierno federal, esto es perfectamente posible, no hay fuerza más poderosa que la del Estado.
El pueblo humilde parece estar lejos de percatarse que estos asesinatos se dan bajo la responsabilidad de un Estado, que no puede cumplir su primera y principal obligación: la seguridad y paz social. Puede ser un pueblo bueno, pero no llega muy lejos su sabiduría.
El amplísimo margen de impunidad es una invitación para que los delitos se sucedan: si saben que el riesgo de ser castigados es mínimo, matar se les vuelve fácil. Es necesario abatir esta gran impunidad para que dejen de matar tanto y tan fácilmente.
En la región de Oaxaca donde se dieron estos sucesos, la zona oriente del Istmo de Tehuantepec, la gente festejaba y agradecía la llegada de las lluvias cuando realizaban sus primeras siembras. El arribo de los restos mortales de unos de los suyos opacó hondamente esa alegría.
@enmarchaoax24