La tarde de un miércoles se difunde en la ciudad una entrevista realizada en la Costa, pongamos por caso en Huatulco, donde una empresaria denuncia por fraude a la titular de una dependencia del gobierno del estado, le adeuda más de 6 millones de pesos y se niega a pagar la deuda contraída.
El primer impulso fue reproducir aquella noticia dada frente al mar, en la zona de las paradisíacas platas de las Bahías de Huatulco, pero no lo hice.
En este caso fui a las preguntas, ¿cuál es el asunto periodístico? ¿Qué una empresaria busque sacar ventaja al financiar la candidatura de una señora para obtener la presidencia de un ayuntamiento? Luego supimos que se trata de Pochutla. ¿Es legal que los particulares financien campañas políticas?
Que la funcionaria de marras se niegue a reconocer y pagar la deuda adquirida poco importa, cuando se trata de los empleados del gobierno que ocupan un alto cargo, no nos incumbe. Nos debe importar el respeto a la ley.
A la mañana de este jueves las redes sociales reprodujeron hasta el hartazgo el asunto de la deuda, de la funcionaria malapaga. ¿Dónde está lo periodístico cuando se difunde una deuda entre particulares? ¿dónde está lo periodístico cuando se trata de dos mujeres que violaron la ley electoral?
Todos vimos bailar, divertirse, hacer gala de su cargo a la funcionaria durante las fiestas de la Guelaguetza; observamos, también, su pésimo trabajo en la organización de la máxima fiesta de los oaxaqueños.
Dado los resultados de la primera organización de las fiestas de julio, podemos acusarla de mala funcionaria, de pésimo desempeño, pero no más.
En este caso, voy al dicho popular dice que dice una imagen vale más que mil palabras, no estoy de acuerdo; no, al menos no en este caso. La joven empresaria aparece, durante su denuncia ante micrófonos, tan campante; dijo que la deuda viene del 2019, que luego en la pandemia le fue imposible cobrar, que la funcionaria del gobierno, en ese entonces en la presidencia municipal de Pochutla, se negó a dar empleo a un recomendado de la facilitadora de recursos económicos, que sería el encargado de levantar allá en Pochutla otras empresas de la denunciante. Hijoesiete, mala cosa, pari. Los cometripa son así, malapaga, ¿a quién se le ocurre prestar dinero?
Llamó la atención que mencionara, la denunciante, que el dinero salió de su chequera, que era de su cuenta personal. Pude ver el rostro de esa señora, ¿quién que vea perdido 6 millones de pesos tendría esa cara serena? Voy a más, ¿quién tiene 6 millones de pesos para arriesgarlos en la política?
En redes sociales se hace difusión con los videos para la gente del dinero, se popularizan asuntos de la empresa. La pregunta que viene a cuento luego de las imágenes que llegaron desde las paradisiacas playas de Bahías de Huatulco. Volvió la pregunta a asomar la nariz: ¿dónde está lo periodístico?
De todo el entuerto me quedo con estas palabras: las paradisíacas playas de Bahías de Huatulco, donde sucedió tan bochornoso caso. Deletreo sus sílabas y en los labios vuelvo a sentir la brisa marina; hasta mi llega el olor salino de la atmósfera.
Que las señoras se entiendan entre ellas; de este caso me quedo con el recuerdo del mar, encuentro que ahí, en el recuerdo marino, está el hecho periodístico que se funda en nuestros recuerdos inventados.