“Lo digo con certeza: no estoy arrepentido de haber participado, a lo largo de treinta años, en la construcción de una expectativa para México, una expectativa de cambio, de transformación”.
Me dijo con voz emocionada mi interlocutor, aquella tarde de marzo, en el mirador de Pluma Hidalgo, cuando nos encontramos de manera casual en las afueras de ese pueblo tan único y magnífico. “Entendido estoy que Morena fue tomada por asalto por personajes que, en años anteriores a 1918, eran enemigos declarados de nuestro esfuerzo y de nuestras convicciones”, prosiguió ante mi actitud fraterna y comprensiva. “Estamos a la expectativa de lo que hagan, sin festejar sus hechos y logros, sobre todo si van en perjuicio del bien común y de la salud moral de nuestro colectivo”, terminó diciendo con voz opaca pero firme.
Y es que, con este buen amigo, pudimos restituir la estructura del área, después que los personeros del grupo de los “chuchos”, la habían dispersado una vez que no resultó a su favor la asignación de candidaturas. Trabajamos de manera asidua y tesonera los municipios de la zona este de la Costa y Sierra Sur, y pudimos levantar la estructura con nuestros recursos, si nunca esperar que nos fueran restituidos, a partir de nuestras convicciones y de nuestros empeños. Hubo quienes presentaban estructuras de papel china, esas que se desbaratan en lo inmediato, pues se elaboran con copias de credenciales algunas sin el conocimiento del propietario; otras, ya en desuso o caducadas; con ellas se hacían de un dinero, y se esfumaban ya en los tiempos de elecciones. Para no incurrir en esa falacia, nosotros fuimos casa por casa y persona por persona a convencer y convenir con el referente su participación en el proceso electoral, sin ofertar más que lo indispensable para costear los alimentos de ese día. Con resistencia al principio, pero con certeza y determinación al final, fuimos logrando nuestro propósito de resarcir lo destruido y abonamos al esfuerzo de todos, buscando un destino mejor para el país.
“Pues sí, maestro, a finales de los ochenta y principios de los noventa, se consolidó el PRD, a partir del frente democrático nacional, impulsado por sindicatos independientes y organizaciones populares, principalmente. El partido fue copado por gente inescrupulosa y, así como logró llegar a la cima, así marcó el inicio de su decadencia, con corruptelas, compadrazgos y demás”. Mi interlocutor fruncía el ceño mientras evocaba y yo lo seguía escuchando con respeto y atención. “Se habrá de acordar que volvieron a la estrategia de compra de votos y manejo de elecciones internas con acarreos y voto por consigna; desafortunadamente, la gente que se incrustó en Morena, a partir del 2018, recurre a esas mismas prácticas, y la participación de las bases en la designación de representante, sigue siendo asignatura pendiente; con este manejo, tienen a su disposición la propuesta de candidaturas que, la más de las veces, recaen en familiares, amistades y gente subordinada”.
Estuvimos hablando sobre la naturaleza de los partidos políticos, con respecto a su pragmatismo, hasta insolente, que hace que sus personeros le abran la puerta a personas con una forma de vida nada aceptable, manejos a trasmano de dinero de procedencia dudosa, pendientes con la justicia que se obvian si se hacen presentes con un aporte en dineros contantes y sonantes. Lamentamos que Morena siga esa misma ruta, y coincidimos en la idea de seguir en el movimiento por la transformación del país, sin involucrarnos en los procesos turbios de un partido que prometía ser el espacio ideal para la toma de decisiones en favor de la mayoría.
“Para esta vez, maestro, tenemos que empujar con la propuesta federal para darle impulso a los cambios que faltan en materia de beneficios a la gente con mayores carencias, eso ni dudarlo”, comentó con aplomo; “pero en lo local cuidado, podemos echarnos una soga al cuello con personas que han hecho de los municipios, lugares para el despojo y para el hurto; debemos ubicar perfectamente a quienes tengan una propuesta afín al propósito de transformación, ubicando al mejor prospecto de la alianza, sin renunciar a nuestras convicciones y certezas”. Escuchaba al amigo con especial atención, aprobando con mi actitud su reflexión honesta y responsable. A punto de retirarme, abrió los brazos y se despidió de mí con un gesto de aprecio y sinceridad. Tomé el rumbo de esos viejos caminos que nuestros ancestros tomaron desde la Sierra Sur hasta la Costa, para no cejar en sus empeños de sostener a sus familias con el esfuerzo de su trabajo y con la esperanza de un bien que los incluyera a todos.
El Mago Flores
