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jueves, septiembre 19, 2024

Los migrantes, el dolor que ya no duele

Reportajes

César Rito Salinas

Pasaron nueve horas con trabajos de forenses y fiscales para abrir la circulación en la carretera Oaxaca-Puebla. Con este enunciado tomado del boletín de Caminos y Puentes Federales intento ubicar la desgracia y su normalización como signo de los tiempos.

El gobierno ya no intenta componer la situación alterada, solo informa.

Pero quisiera abrir el comentario hasta ciertas fechas del pasado reciente.

Por estos días, ni duda cabe, para nuestra sociedad corren tiempos de infecciones, de la defensa del contagio, del contratiempo; de la propaganda como forma para conservar la salud.

Voy por partes. Las autoridades sanitarias del nuestro país nos dijeron en el 2020 que el COVID sería una infección leve, “algo menor a una gripe”, de los pocos números del pronóstico pasamos a los 800 mil fallecidos. Nada grave.

Como medida preventiva el gobierno nos obligó al aislamiento, la sana distancia, el distanciamiento social. Y un buen día dijeron se acabó la pandemia, podemos iniciar la nueva normalidad.

Pasada la pandemia la sociedad cambió mucho en su conducta para conservar la salud, la vida. Aunque mostramos confianza, certeza en la ciencia, hay una luz de alarma encendida en el interior de nuestras conciencias.

Observo que añoramos el pasado, el tiempo de nuestra infancia con marcado entusiasmo. En el orden de lo político buscamos lo malo bueno por conocido que lo bueno por conocer.

Nos convertimos en espectadores: la desgracia, lo malo pasa en aquellos que salen en las noticias, no en nuestro barrio.

Luego de la pandemia la sociedad entera se convirtió en conservadora, guiada por un anciano.

Pasado el temor del contagio buscamos las ideas revolucionarias del 68, que sostuvieron en su juventud los abuelos: justicia, libertad, el gobierno de la izquierda.

Y sigue esa extraña presencia anticontagio en nuestra conducta. Desconfiamos de lo nuevo, el otro, lo diferente.

Por estos días el estado -la ciudad de Oaxaca en especial- atraviesa una crisis de la emigración; y nos mantenemos con la idea de la “izquierda”, en el discurso expresamos nuestra solidaridad con los hermanos de los pueblos del mundo, que se ven obligados por la pobreza a salir de sus países.

Como una forma de la defensa del contagio nos hemos convertido en hábiles oradores, mentirosos que recitan precisas dosis de lo expresado en las Mañaneras.

A los adoradores del “cabecita de algodón” les pregunto: ¿les importa algo la suerte de los migrantes? ¿por qué no unen sus voces y piden al gobierno que en verdad los cuide? ¿por qué no abren las puertas de su casa para dar refugio a los “hermanos”?

El cerebro que se mantiene alerta contra los contagios, en realidad resulta ser comodino, no arriesga, no expresa, no exige. Solo desea mantener su condición de sano.

Les resulta apropiado defender los derechos de los habitantes de la isla de Cuba contra el imperialismo yanki, pero vemos con orgullo lo que nos muestra el político que encabeza su gabinete formado por inútiles cuando una delegación norteamericana llega a palacio nacional a pedir explicaciones sobre asuntos de política y de gobierno.   

El cerebro que sobrevivió al miedo a la muerte por pandemia resulta un caso no estudiado del mantenido.

Solo espera que alguien lo asita mientras se protege de posibles contagios.

Vuelvo al tema del accidente carretero anunciado esta mañana.

Al mediodía escuché la crónica de Guadalupe Thomas en los noticieros de la radio: cuerpos desmembrados esparcidos por la carretera. Las cifras de los fallecidos que ofreció el gobierno del estado -en un principio hablaron de 18 y luego se redujo a 16- fue inexacta, dijo la reportera, por la condición de los despojos, eran tantos que los forenses cometieron la equivocación.

Me surgieron preguntas:

Y el padre Solalinde? ¿A quién pertenece la línea camionera involucrada en los hechos?

¿Cómo juntar partes de torsos, cabezas, piernas en unidades absolutas? Un cuerpo, dos cuerpos hasta sumar 16.

El gobernador Salomón Jara se fue de gira a Zimatlán de Lázaro Cárdenas, con su promesa de “vamos a mejorar la vida de la gente”.

Por la mañana en sus condolencias a las familias de los migrantes fallecidos en el accidente carretero olvidó -no supo- decir la alta cifra de muertos.

Sobre la emigración el filósofo Byung-Chul Han dice: “Lo propio se afirma en lo otro negando su negatividad”.

Así el despreciable Salomón.  

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