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viernes, septiembre 20, 2024

Sobre el lenguaje y las empresas periodísticas

Reportajes

Opinión/ César Rito Salinas

El viernes 31 de diciembre de 1999 en Las Heras,

provincia de Santa Cruz, fue un día de sol.

Leila Guerriero, Los suicidas del fin del mundo

Cada medio informativo tiene una historia, un origen que -al final de la jornada- se convierte en la línea editorial con la que convive con sus lectores; pero, en la mayoría de las ocasiones, los informativos olvidan o desconocen su propio origen y convierten a sus publicaciones en espacio del extravío, con la consecuente pérdida de lectores.

Pareciera algo sencillo esto de encontrar, poseer, las palabras precisas para compartir una línea editorial, no lo es.

El periodismo está hecho por seres humanos, este hecho se olvida cuando arrancan los proyectos periodísticos, las teorías que dan inicio a la acción de juntar palabras.

Digamos que pocos se dan cuenta del origen, de que la atmósfera fundacional está cargada con las palabras de ese momento, que esas son las palabras necesarias para adentrarse en la tradición de los medios informativos, los géneros periodísticos.

Pongamos por caso Proceso o Cultura Colectiva,los dos medioscuentan con un mismo origen, fueron creados por un grupo de amigos.

Esa condición de la amistad, el ejercicio de la comunicación de ideas entre conocidos, les aporta el espacio para ubicar los temas y las palabras para presentar esos temas.

Me detengo en esto. El origen.

Cada medio tiene un origen, si fue a través de un grupo corporativo, si tuvo la mano de un político o como iniciativa entre amigos; con los portales informativos encuentro que son esfuerzos personales, de gente que se harta de trabajar para una empresa -un medio- que obliga a sus trabajadores a tocar determinados asuntos y a respetar otros, a no meterse donde nadie los llama.

Y el periodista es chismoso, arroz de todos los moles, huele mole.

Y este origen de la frustración con el oficio es, en la mayoría de las ocasiones, el principio de su derrota.

El periodismo es un hecho de la cultura, ¿Cómo expresamos esa cultura? Con el lenguaje, las palabras.

¿Cuáles palabras?

Estos periodistas inconformes forman su propio medio, con esfuerzos se hacen de un nombre, cubren lo imposible, las fuentes informativas que dan nota en la ciudad.

Y se cansan, se fastidian, se aburren.

Olvidan las palabras escritas, se vuelven repetitivos, predecibles.

Son mujeres y hombres solos a los que les hace falta compañía, conversar con otros periodistas, tener amigos, decir sus experiencias y, si es posible, sus sueños.

Tienen una característica a la que los obliga su condición de solitarios expulsados de una empresa: no leen.

Porque no tienen tiempo, son todólogos, venden publicidad, hacen la cobranza, la orden de trabajo, el rol de notas, la crónica, la entrevista, el reportaje.

Son gente que no son dueñas de su tiempo.

Si el periodismo es libertad, debería comenzar por liberar el tiempo del sujeto que arma la nota informativa.

Y esto por las inacabables obligaciones no se cumple.

No se analizan. Piensan que el mundo inicia y termina con su experiencia periodística. Son gente que no hacen equipo, no saben hacer equipo, que no se llevan bien con la tecnología, que les cuesta socializar.

Y así andan por la vida, tocando a la puerta equivocada.

Los médicos, los ingenieros, los arquitectos cuentan con una organización, un colectivo que los representa.

Los periodistas carecen de ese espacio de la representación.

No se celebran, no se reconocen, no se premian.

A la manera de los poetas, si alguien busca entrar a una escuela de poesía debería comenzar por marcar su ingreso a una escuela de agricultura, recibir instrucción sobre los tipos de suelo, estudiar en el espacio que diera el nombre de las plantas, especies, variedades.

A los periodistas los crecen con teorías de la comunicación, no con las palabras que hacen sentido cuando son leídas.

El periodista es malo para tener relación social, no sabe hablar, no comunica su pensamiento.

No lo defiende.

Los medios que inician como inquietud de un grupo de amigos tienen la práctica del debate, cada uno de sus miembros porta la confianza para que diga lo que diga será respetados por su expresión entre sus amigos.

Y esa será su línea editorial.

En ese camino del origen olvidado o no reconocido se extravía el lenguaje que le dio forma a la idea para crear un medio.

Si no hay un buen producto no hay negocio, y les va mal.

A veces me detengo y digo, la experiencia es tan clara, ¿por qué nos cuesta tanto seguirla? El lector enfrenta una amplia oferta de temas, estilos, asuntos informativos. Y termina por no seguir a nadie, por despreciar al periodismo.

Quien no ofrece temas de feminismo, habla de religión, de política partidista, del asunto oficial.

Son tantos y tantos temas que se tocan sin un estilo, sin una marca, una seña que permita la referencia, que forje la preferencia por el medio.

Ahora bien, está la tecnología.

Cada época cuenta con sus adelantos tecnológicos con los que expresa de forma singular el lenguaje escrito.

Habrá que recordar que nuestra materia prima, las letras, las historias, convivieron con distintos avances tecnológicos en cada época, desde las plumas de ave, el marro y el cincel, la brocha hecha con pelo de los animales, la puntilla de metal.

Fueron herramientas.

Ahí no está el tema, en la forma que dio origen a la actividad, a la “empresa” periodística.

Son casos particulares.

No más de tres (amigos, gobierno, grupos empresariales). En este tiempo de la comunicación digital, se forman los medios de comunicación bajo la fórmula de la amistad.

Un grupo de personas que ya se conocían se activan bajo una idea.

Los jóvenes siguen el estilo norteamericano, lenguaje directo, objetivo, descarnado.

¿Eso buscan los lectores?

La prensa cada día tiene menos lectores, cada vez se cierran las puertas de los periódicos. ¿Cuántos quedan en Oaxaca? Dos.

Uno puede ver en los reportes periodísticos la desgracia que cayó sobre Acapulco, por ejemplo, y a los cinco minutos cambiar a otros temas.

Estar hartos de ese suceso.

La gente habita el dolor, ¿ustedes creen que se necesita información sobre la desgracia?

Los problemas de Latinoamérica son comunes, ni Juchitán ni Oaxaca ni Acapulco son el ombligo del mundo, ¿por qué narrar como los gringos?

Por la fana.

Y acá vuelvo al inicio de esta colaboración, ¿cuáles serán las palabras para abordar el tema que interese al lector?

Una ruta sencilla de seguir será la amistad, utilizar las palabras con las que se comunican los amigos: tersas, sin pretensiones, serenas. Creo en el uso del lenguaje, esa sustancia que nos dará lectores, que enriquecerá nuestras historias.   

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