Miguel Ángel Maya Alonso
Miahuatlán de Porfirio Díaz, Oax.– La neblina cubre las lomas hasta donde la vista alcanza. Bajo el manto blanco, árboles fueron talados, algunos para aprovechar su madera, otros para dar paso a los cultivos. Las espigas de maíz embellecen los sembradíos al mismo tiempo que los ejotes empujan a las plantas de frijol hacia el suelo. Un campo con flores rojas se esconde tras unas montañas, es amapola.
Desde la cima del cerro, los contrastes son evidentes en la Sierra Sur de Oaxaca, donde convergen la riqueza en recursos naturales y la miseria de la población, que habita las laderas en chozas de palos y tejas.
En esta región montañosa hasta el último ápice, conviven cuatro grupos indígenas: amuzgos, chatinos, zapotecos y mixtecos, guardianes de los secretos ocultos por la niebla, testigos de la fiereza de su clima y herederos de la bonanza de su tierra. Ni la Conquista ni la República y mucho menos la marginación, acabaron con sus costumbres, tradiciones ni lengua. Han sobrevivido milenios.
En el año 2015, con los últimos datos disponibles a nivel regional, el 86 por ciento de los 336 mil 421 habitantes de la Sierra Sur vivían en pobreza, así lo detalla la Coordinación General del Comité Estatal de Planeación para el Desarrollo de Oaxaca (Coplade). El 9 por ciento de la población de la Sierra Sur de 3 a 14 años no asistía a la escuela y el 13 por ciento de la población de 6 a 14 años no sabía leer ni escribir, detalla el análisis que se basa en la Encuesta Intercensal 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
En la Sierra Sur de Oaxaca los niños caminan descalzos a pesar del frío, que multiplica el dolor que les causan las pequeñas piedras al clavarse en la planta de sus pies. Los pantalones remendados apenas cubren la piel de sus flacas piernas. Aquí, donde el kilo de maíz se vende a 50 centavos de dólar -que no alcanza ni para medio litro de leche-, se siembra amapola y marihuana para mitigar el hambre.
Ni el maíz ni el frijol, con la producción de autoconsumo, o el café, acaban con la marginación de los 70 municipios que integran la Sierra Sur. La producción forestal queda a deber a pesar de la riqueza que posee, sobre todo si se compara con los municipios de la región de la Sierra Norte de Oaxaca, que se organizaron para aprovechar los recursos de sus bosques.
La pobreza se acrecienta con las disputas territoriales -como las cataloga el Gobierno del Estado de Oaxaca- que convergen en la zona; en 2021 en un solo ataque asesinaron a siete campesinos. La justicia del Estado no llega a esta región con sistemas montañosos inaccesibles, que se divide en cuatro distritos: Putla, Sola de Vega, Miahuatlán y Yautepec, cada uno con su idiosincrasia, tradiciones y costumbres.
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La amapola prolifera en la Sierra Sur de Oaxaca. Los campesinos acompañan por meses a sus plantas mientras crecen en las montañas, saben que la recompensa económica es grande. De acuerdo con la organización Noria Research, un kilo de goma de opio, que se extrae de la amapola, vale de 400 a mil dólares.
La organización México Unido Contra la Delincuencia (MUCD) revela que en Oaxaca se destruyeron tres mil 786 hectáreas de sembradíos de amapola de 2015 a 2020, lo que convierte a la entidad en la sexta a nivel nacional por erradicación -y por lo tanto presencia- de esta droga. MUCD posee una base de datos con información de la Secretaría de la Defensa Nacional, Secretaría de Marina, Guardia Nacional y la extinta Policía Federal, que abarca desde 1990 a 2020.
La presencia de los cárteles Jalisco Nueva Generación, del Golfo y de los Zetas en Oaxaca, ha sido reconocida en varias ocasiones por el Gobierno del Estado, aunque siempre asegurando que solo se trata de pequeñas células. A decir de los protagonistas, los que siembran, los campesinos de Oaxaca, es un secreto a voces que la presencia del crimen organizado es mayor de lo que se reconoce, sobre todo en las regiones de la Costa, Cuenca del Papaloapan, Istmo, Sierra Sur y Norte.
Que Oaxaca ocupa el sexto lugar nacional por erradicación de amapola en México lo refuerza el documento de investigación llamado México, Monitoreo de Plantíos de Amapola 2018–2019 de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, donde se detalla que la amapola se siembra principalmente en seis estados: Sinaloa, Chihuahua, Durango, Nayarit, Guerrero y Oaxaca.
La base de datos de MUCD evidencia que de 2015 a 2020 fueron erradicadas en todo México 125 mil 772 hectáreas de amapola, de las cuales, 35 mil 175 se localizaron en Guerrero, 30 mil 779 en Durango, 29 mil 594 en Chihuahua, seis mil 695 en Nayarit y tres mil 789 en Oaxaca.
San Carlos Yautepec es un municipio conocido entre los oaxaqueños como productor de amapola. Estadísticamente hablando, en este municipio ubicado en la Sierra Sur se erradicó el 20 por ciento del total de hectáreas de amapola identificadas en Oaxaca, lo que representa 784 hectáreas. Solo en el 2020 se erradicaron en Oaxaca 57 hectáreas de amapola; 42 se encontraron en esta demarcación, de acuerdo con la base de datos de MUCD.
También se detalla que de los 10 municipios con más hectáreas erradicadas de amapola en Oaxaca de 2015 a 2020, seis se ubican en la Sierra Sur: San Carlos Yautepec, Santa María Quiegolani, San Juan Ozolotepec, San Mateo Yucutindoo, Santa Catarina Quioquitani y San Francisco Ozolotepec, que suman mil 628 hectáreas, lo que representa el 43 por ciento del total erradicado en el periodo.
La amapola es un cultivo preponderante en la Sierra Sur de Oaxaca, que con su llegada se convirtió en un recurso de los campesinos para combatir el hambre y la miseria, pero también trajo eventos colaterales no deseados: el incremento de la violencia.
*Este reportaje forma parte del proyecto, Amapola en Oaxaca: Sembradores en la niebla que fue realizado con el apoyo de la Fundación Gabo y la Open Society Foundations , gracias al Fondo para investigaciones y nuevas narrativas sobre drogas (FINND).
Las crónicas completas en estos enlaces.
https://sembradoresenlaniebla.elpajarovaquero.com/